Espero que jamás estuvieras en una batalla, pero si lo has estado, bueno, entenderás mucho de lo que estoy por narrar.
Primero que nada empezaron a volar flechas y flechas, cientos, tal vez miles.
Los aterradores animales de peluche caminaban, sin detenerse, en aquel momento empezaron a correr.
Sabes, uno pensaría que al ser de peluche serían fáciles de derribar, pero al parecer las flechas no hacían mucho, con suerte lograban atravesarlos pero eran básicamente una aguja pasando a través de un animal de felpa, eso no les hacía daño alguno.
Bajo órdenes de él que parecía ser el más anciano de los magos encendieron en llamas todas las flechas.
Las flamas parecían frenarlos al menos un poco, pero no lo suficiente, incluso mi muy aterrado cerebro podía notar que estábamos en problemas, que no saldríamos de ahí con vida.
Aunque una parte se preguntaba, ¿Realmente querían hacernos daño? Hasta ahora, bueno, ninguno de ellos parecía tener intenciones de atacarnos, quizás estábamos haciendo las cosas mal.
Sin embargo uno de los muchos osos que caminaban hacia nosotros, bueno, el sujeto lanzó una enorme roca, que impactó contra las paredes, causando una enorme grieta en la misma.
Supongo que tal vez, tenían una pequeña intención de causarnos daño, solo un poco al menos.
Las flamas habían dejado de ser útiles, la tormenta se había dejado caer sobre nosotros.
Las puertas de la ciudad se abrieron, supongo que en este punto, habíamos descubierto que incluso las paredes no serían de mucha ayuda, así que lo mejor sería salir y enfrentarlos directamente.
No era fácil, nada fácil, debía ser aterrador ser el que tenía que salir a luchar contra esas criaturas.
Ni siquiera entendía a que se debía la lucha, ni sabía porque demonios lo intentábamos con tanta fuerza.
Los caballeros salieron, algunos en sus fieles corseles, otros a pie, se movían sin dudar a una batalla que yo no lograba entender.
Estaba sobre la pared, sin realmente saber que hacer.
Ambos bandos empezaron a correr desenfrenados, la lluvia se puso más intensa, a lo lejos, un poco más allá de donde terminaba el ejército de peluches, se veían caer truenos y truenos, sin parar.
La lluvia al menos estaba siendo algo positiva, hacía más lentos a los enormes peluches.
De la ciudad, salió corriendo un toro negro, super negro, el toro más negro que alguna vez hubiera visto.
Corrió sin detenerse, chocó con el ejército enemigo e incluso entonces siguió corriendo, probablemente pasó por encima de doce peluches antes de detenerse.
Un enorme león se abalanzó sobre el, dispuesto a dar un garrazo lleno de felpa.
Yo pude sentir algo sobre mi hombro, me asusté tanto que olvide que estaba sobre una pared de varios metros de altura y termine saltando.
Nota mental, saltar de arriba de una pared de varios metros puede ser peligroso.
Por suerte, en esta ocasión caí bien, porque mientras caía pude decir "Flota" no flote mucho, pero si lo suficiente como para evitar el golpe.
Resulta que había sido Huracán quien se había trepado en mi hombro, casi nos mata a ambos.
Bueno, quizás no habríamos muerto, pero ahora nos encontrábamos fuera de la ciudad, frente al ejército, Olivia y Ernesto ya habían entrado a la batalla asi que no había nadie que me cuidara.
Ambos lados atacaban sin piedad, sin descanso.
Supuse que algo debía hacer, no se me ocurría nada para parar a un ejército.
Vi a Olivia en tambo gigante, saltando de enemigo en enemigo y entendí, que quizás esa era la respuesta.
"Crece" Fue todo lo que pude decir.
Tanto yo como Huracán, empezamos a crecer, duplique mi estatura, media ahora un poco más de tres metros y Huracán era más o menos el doble de un león.
Podía sentir como la magia consumía mi energía, quizás tenía diez minutos, quizás menos, debiamos hacer tanto como se pudiera.
Tenía miedo de entrar en batalla, si, mucho, pero eran peluches, no importa que tan grandes fueran, siempre podría vencer a un peluche, ¿No?
Estaba equivocado, el primero con el que me encontré, terminó tumbandome con un zurdazo, el segundo saltó sobre mi cara, el tercero, bueno, el tercero no tuvo oportunidad de hacer mucho, Huracán estaba de mi lado.
"Que cansado es ser la Reina que protege a sus súbditos, vamos, has tu trabajo" Me dijo ella con su típica voz mandona.
Me puse de pie y en esta ocasión preste más ocasión a los golpes que venían en mi dirección.
Supuse que mientras no fuera golpeado, quizás tendría oportunidad de hacer algo más.
La tormenta se intensificó, de forma drástica, parecía que el mar entero había decidido mudarse justo al lugar donde luchabamos, los ratos que hace poco me parecían distantes, ahora se sentían sobre mi.
De hecho ya estaban cayendo sobre el campo de batalla.
Al ver a los rayos tuve mi mayor momento de inspiración.
Me hice pequeño de nuevo, decidí usar mi magia en algo mucho más útil.
Había varias espadas por el suelo, probablemente de alguien que había caído en batalla.
Las tomaba, las lanzaba en dirección de los peluches y tan pronto iban cayendo, las hacia crecer, mucho, demasiado, más de cinco metros, mis piernas temblaban por tanta magia pero estaba seguro que solo yo podía terminar mi idea.
Las espadas funcionaban como pararayos.
Es posible que los peluches no sintieran la electricidad como nosotros pero definitivamente no les sería fácil atravesar un campo minado por electricidad.
Había pasado mi nivel de energía, me desplomaba por segunda vez, al parecer yo y la magia no debíamos ser muy amigos.
Mientras caía, recordé que había visto una nube en forma de dinosaurio, que curioso que la nube hubiera llegado a la batalla.
Deje de pensar en eso al notar que un peluche de cinco metros se desplomaba sobre mi, víctima de los rayos.
No iba a sobrevivir a eso, nadie sobrevive a ser aplastado por un peluche.
Sin embargo, justo en ese momento, la nube de forma extraña abrió lo que parecía ser su mandíbula y nos devoró a ambos.

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Cassy & Yin
Fantasía¿Alguna vez has tenido un mal dia en la escuela? Esta historia te muestra lo que ocurre despues de una mala calificacion. Unete a las aventuras del pequeño Yin despues de enfrentarse a la peor calificacion de su historia. Averigua quien es Cassy.