-14-

461 77 11
                                    

Debo admitir que luego de caminar por media hora y esconderme cada cinco pasos para evitar que nos atrapen, sí tengo como algo de ganas de volver a casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Debo admitir que luego de caminar por media hora y esconderme cada cinco pasos para evitar que nos atrapen, sí tengo como algo de ganas de volver a casa. Las aventuras no son tan divertidas como cuando eres espectador. Creo que no nací para esto. Mientras mis pies parecían estar sobre fuego, Kilian se puso al día con los acontecimientos de su mundo haciéndole muchas preguntas a Nathaniel. Todo esto que describía me recordó a las dictaduras militares de los setenta, nada bonito. Y si Domina ha estado en la tierra, no dudo que se haya inspirado en ellas, en las guerras mundiales y las guerras del oriente para su golpe de estado.

El palacio es enorme, lleno de puertas. Según Kilian, hay alrededor de tres mil quinientas habitaciones distintas; sin contar los trescientos calabozos del sótano, pero nunca los usaban, ya que no tenían tantos crímenes, eran más bien un recuerdo una tal Batalla de la Quinta Luna. Personalmente no entramos a ninguna parte que no sea la que Kilian señalaba, pero esas solo daban a más pasillos de piedras grises. Mi amigo me contó que desde que él era niño el palacio cambiaba para cada festividad: había veces en que se volvía de cristal, otras de oro y otras de hielo. Todo dependía de qué se celebrase. Pero ahora solo era gris y de piedra, según Nathaniel, para evitar que las personas vean por los muros y mantener todos los secretos planes de Domina atrapados entre las paredes. Además, todas sus grietas están rellenas con oro para demostrar que ella está en todos lados y lo domina todo.

Por otro lado, por fin, llegamos a la cocina, un lugar grande y con muchos olores distintos que se mezclan en mi nariz: pescado, vaca, cebolla, tomate, azúcar, caramelo. Un hombre de piel pálida y ojos rojos que viste un delantal negro y zapatos amarillos se acerca con una gran sonrisa y se inclina frente a Kilian. Cuando se incorpora unas pequeñas lágrimas caen por su rostro.

—No tiene idea de la felicidad que me da verlo sano y salvo, Alteza Real—exclama con gran felicidad, el dichoso Alí.

—Pero no va a seguir así si permanece acá más tiempo—interrumpe Nathaniel, quien aparece de la nada entrando por un pasillo secreto que se abre en una pared. Tengo que sostener mi pecho para calamar mi corazón, pues eso me provocó un gran susto. Ya estoy bastante alerta por Domina, como para esperar este tipo de estupor—. Por favor, llevalo al lago y que vuelva a la tierra. No puedo quedarme mucho, si Domina se entera de que no estoy en mi puesto seguramente se va a meter con...—Respira profundo, recordando—de nuevo.

Kilian estaba por hablar, pero el muchacho se fue sin decir más agitando la cabeza de lado a lado recordando, seguramente, mil cosas. Parece que solo vino para dejar el mensaje y seguir poniendo puntos. Me pregunto quién es el hermano mayor realmente aquí.

—Sígame por favor, alteza—dice Alí abriendo la puerta trasera que daba directo a un espeso bosque.

Comenzamos a caminar a un paso veloz por entre árboles que cambian de color y que, al igual que las paredes del castillo, tienen sus grietas llenas de oro. Hasta que en un momento cualquier rastro de ese dorado material desaparece progresivamente.

Kilian: El reino caído [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora