Kilian: El reino caído [EN FÍSICO]

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El mundo parecía estar cayéndose a pedazos ese día. Debía elegir: mi madre o Kilian, pero nadie sabía que ya lo había hecho y que lo había elegido a él hacía ya bastante tiempo. Era el momento de decírselo a mi madre y acabar con todo lo que me aturdía desde hace años. Evitarla ya no servía de nada, no tenía a dónde ir. Se lo conté, le conté cuánto lo amaba y que pasaría mi vida con él y ella lo amenazó de muerte. No me sorprendió, lo venía haciendo los últimos cinco años, la diferencia esta vez fue que tomó del cuello al pequeño pajarito blanco, cabeza dura, que me había seguido hasta el castillo y le ahorcó hasta matarlo. Luego de perder su fuerza vuelve a verse como mi amado esposo. Su imperium ya no brillaba. Fue tan rápido que no me dio tiempo a creerlo. Caí a sus pies entre los ríos que corrían por mis ojos. No podía respirar y Domina solo dijo:

—Sígueme.

Y detrás de ella una mujer hablaba en lenguaje de señas. Era una anciana, ya muy vieja, ciega, muda. Detrás de Domina, ella traducía con las manos:

"No vayas por ese camino".

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Chiara despertó agotada por el profundo sueño en el que estaba. Vio a su lado a Ángela que comía una fruta verde por fuera y roja por dentro, parecida al limón, del tamaño de un pomelo, presentada el día anterior como Llana, ella la saludó dándole unos buenos días encantadores, como solía hacerlo. Había pasado un tiempo desde aquella plática tan especial que tuvieron Kilian y Chiara, solo al ver a su amiga ella pudo recordar eso, no tanto tiempo como en su sueño, pero algo de unas semanas, o meses, habían transcurrido. Su teléfono se había apagado hace bastante y perdió la cuenta de los días. Por supuesto que al volver a la resistencia no se mencionó palabra sobre Domina y nadie tampoco preguntó nada. Chiara comenzó con sus lecciones para guardián con Nill, al igual que Ángela y Domitry comenzaron a asistir a clases de defensa y ataque con Nathaniel. Chiara y Kilian habían decidido olvidar ese llamado a la cena del palacio y hacer como si eso no hubiese pasado. Las cosas marchaban muy bien, hasta que la reina compartió una idea que estuvo danzando en su mente el último tiempo.

—Quiero que vayan a ver al vidente del Sur de Tenebis—anunció.

—Madre, ese es un lugar muy peligroso para ir con Gaiska—protestó Nathaniel preocupado.

Sin embargo, ella contestó indiscutiblemente:

—¿Dónde se ha visto un príncipe con dos guardianes a la vez? No debe haber otro más protegido que él en ningún mundo. Quiero que Chiara, Nill y los dos nuevos lo acompañen—ordenó Ada sin dar lugar a cuestionamientos, no obstante, Nathaniel no entendió esa parte.

—No creo que estén listos. Es un lugar peligroso. El Sur, tanto como el Norte, son las zonas grises del reino—volvió a decir.

—Son fuertes, tienen dos imperiums que se niegan a separarse de ellos y si mueren sus muertes no contarán como bajas, dado que no son de nuestro mundo.