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Eran las 3 am cuando mi teléfono comenzó a sonar interrumpiendo mi sueño.



Llamada de voz
"Mateo cara de culo"

— ¿Hola? -hablé somnolienta.

— Gorda -balbuceó- ¿que estas haciendo? -preguntó.

Acabo de confirmar que Mateo estab ebrio.

— Mateo es de madrugada ¿que crees que estoy haciendo?

— Dale no te enojes -rió- estoy en pedo y estoy yendo a tu casa ¿soy muy romántico no?

— ¿Vos estás loco? -me incorporé en la cama.

— Zarpadisimo -volvió a reír- ah y oye, te mentí, ya estoy abajo en recepción.

— Te voy a matar Mateo -hablé entre dientes y colgué.

Salí corriendo de mi cuarto y me puse mis pantuflas para después correr al ascensor e ir a la recepción.

Al llegar vi a Mateo conversando con el guardia de seguridad.

— Teo -llamé su atención.

Volteó a verme y sonrió.

— Alex -me abrazó- ¿vamos arriba?

— Sos un pelotudo -mascullé- anda subiendo.

Él asintió y caminó como pudo hasta el ascensor.

— Perdón la molestia -me disculpé con el guardia.

— No fue nada, su novio la extrañaba -rió.

Decidí no decir nada más y una vez me despedí de él, fui con Mateo al ascensor. Estaba en una esquina y él estaba en otra, se veía tan mal.

— ¿Tan buena estuvo la fiesta como para que te pongas así?

— Muy -hipó- creo que me bebí casi todas las birras -enumeró con los dedos- fumé como 7 porros, me tiré a la pileta, creo que cogí no se no me acuerdo -rió. Auch.

No dije nada. Llegamos hasta mi departamento y sin hacer ningún ruido nos escabullimos hasta mi cuarto, lo recosté en la cama y fui al baño para llenar la bañera de agua fría, así se le quitaría lo ebrio.

— Desvestite, te voy a bañar -avisé.

— Nena, vos lo que me digas lo hago encantadisimo -me "guiñó" el ojo, estaba tan en pedo que guiñó los dos.

— Sólo vamos -rodé los ojos.

Agarré la mano de Mateo y fuimos hasta el baño, le quité su camiseta y su pantalón, dejándolo únicamente en bóxers, quité también sus cadenas y anillos, y lo metí al agua fría.

— Alex ¿porque sos tan hermosa? -me miró atento.

— Deja de decir eso, sólo estas borracho -rodé los ojos y comencé a limpiar su cara con un poco de agua.

— Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad -aseguró- y a Emi también le pareces una maravilla.

— Mateo, deja que te bañe por favor -hablé cansada, asintió.

Terminé de bañarlo y al parecer se le bajo un
poco la peda, ya podía caminar por si solo.

¿Quién se emborracha un martes? Mateo

— Esperame aquí -lo dejé en la cama envuelto con una toalla.

Fui hasta el cuarto de Santi y de su closet saqué unos bóxers y una pijama para Mateo.

Volví a mi cuarto y lo vi apunto de dormise.

— Veni gordo, te voy a cambiar -avisé.

— No, no me cambies por otro chabon -murmuró sentándose en la cama.

— Te voy a cambiar de ropa -reí.

— Así si -sonrió de lado.

Le puse la camiseta y en lo que lo hacía, Mateo echó su cabeza hacia atrás y le vi cuatro chupones en el cuello.

Doble auch.

— Ya está, ahora vos cambiate lo de abajo

— Quiero dormir Alex -lloriqueó.

— Dale, te cambias y dormimos -propuse y asintió.

Me di la vuelta y él se vistió.

Nos arropamos en mi cama y le di la espalda.

— Ahora que no estoy muy pedo, ¿me podes hacer mimos? -pidió.

Me di la vuelta y lo miré, Mateo me acomodó en su pecho y lo abracé dejando mi mano en su nuca para dejar leves caricias.

— Ya dormite -murmuré.

— ¿Me podes dar besitos? -volvió a pedir.

Estaba muy mandón pero si eso hacia que se duerma, bueno. Besé su mentón suave y repetidas veces, después besé sus cachetes, nariz y por último su frente, lo hice con mucha delicadeza, pero en una de esas, Mateo volteó la cara en un intento de que lo besara y me hice a un lado haciendo que bese mi cachete.

— No Mateo, no sabes lo que haces

— Posta que si -susurró.

Nos quedamos mirándonos fijamente y de un momento a otro ya tenia sus labios sobre los míos, sólo fue un simple pico, puede que para el algo insignificante pero para mí todo lo contrario.

— Descansa -me apoyé en su pecho y cerré los ojos.




(...)

Ya eran las 8:30 am y me desperté perezosamente, recordé que tenía clases y ya iba tarde. Salí de la cama y corrí hasta el cuarto de Santi, no estaba.

Fui hasta la cocina y ahí estaba Mateo sin camiseta preparando algo.

— ¿Ya estás mejor? -pregunté tomándolo por sorpresa.

— Ay boluda, me asustaste -se dió la vuelta- y si, ya estoy cuerdo ¿que hice ayer?

— ¿No te acordas nada de nada? -me acerqué a él.

— Y obvio que no, sólo me vienen como recuerdos, de ahí nada más -se encogió de hombros y siguió haciendo los huevos revueltos.

Y yo que pensaba que no sabía ni hervir agua.

— Entonces no te acordas de como llegaste aquí -me apoyé en la encimera, detrás de él.

— Hasta ahí me acuerdo, lo demás no -rió.

Preferí no preguntar más, él no se acordaba del beso.

Mateo terminó de cocinar y fuimos a desayunar en la terraza, hoy era un día muy lindo.

— Debería de estar en el colegio, sabes -lo miré mientras comía.

— Perdón -sonrió- estoy más preocupado por saber lo que va a decir mi viejo.

— Decile que te quedaste a dormir aquí y se te hizo tarde -aconsejé.

— Me gusta esa respuesta -me señaló con el tenedor.

Terminamos de desayunar y fuimos a darnos un baño y luego a vestirnos.

Para el almuerzo Mateo ya se había ido y le tuve que explicar a Santi que me sentía mal y por eso no fui a clases.

Me iba a crecer la nariz de pinocho.



















~⛈~

Relámpago |Trueno|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora