Relámpago |Trueno|

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« 2 meses después »

A L E S S I A

Después de mucho tiempo, hoy por fin me gradué y no habían palabras para expresar mi felicidad . Este día era tan importante para mí porque estuvieron presentes mi familia y también mis amigos.

— Te ves hermosa, mi amor.

Volteé a ver a mi mamá y le sonreí.

— Gracias, aunque siento que no voy a soportar los tacones -miré hacia el piso buscando equilibrio.

— Eso es lo de menos -le restó importancia- ya estamos todos listos para irnos.

— Ahorita bajo entonces.

Mi madre salió de mi habitación y me di una última mirada en el espejo.

El evento de la graduación fue temprano en la tarde y fue algo sencillo. Mi familia, amigos y Mateo, estuvieron presentes en el acto y no podía estar más contenta.

Ahora iríamos a cenar a un restaurante, algo ya más privado e íntimo.

Cuando estuve lista le mandé un mensaje a Mateo avisándole que ya íbamos de salida, a lo que me dijo que allá nos veríamos.

Pues para ponerlos al tanto, las cosas iban demasiado bien. Nos manteníamos en privado, aunque ya la gente sospechaba de que teníamos algo, pero aún no éramos novios.

Al presentarlo con mis padres, les dije que era un buen amigo, porque todavía no formalizábamos y no quería salar eso. De igual manera, mi mamá estaba al tanto de mi situación con Mateo y solo actuó cómplice.

— Ya te estabas tardando -se quejó Santi cuando subí al auto.

— Igual no se podían ir sin mí -le saqué la lengua.

El trayecto al restaurante fue algo corto, cuando llegamos ya estaban todos los invitados ahí y fui a saludar a todos.

— No sabía que venías -abracé fuertemente a Emma.

— No me lo iba a perder por nada del mundo -me sonrió- y ya conocí a tu galán, eh -esto último lo dijo en un susurro.

Me separé del abrazo y comencé a reír.

Seguí saludando a todos y con la mirada busqué a Mateo, una vez terminé con los invitados, pero no lo encontraba.

— ¡Buu! -di un brinco en mi lugar al sentir unas manos en mi espalda.

— ¡No hagas eso! -respondí dándome vuelta para verlo mejor.

Mateo estaba ahí con un traje negro, era la primera vez que lo veía con uno y tengo que admitir que se veía perfecto.

— Estás demasiado preciosa -sonrió tomándome de la cintura.

— Vos estás precioso -coloqué mis manos en su pecho.

— No creo que más que vos -se hizo el que dudaba- pero te voy a creer.

Me puse de puntitas para darle un piquito y él sonrió tocandose los labios.