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📍Casa de los Palacios
8:00 pm

La cena estaba muy rica, apenas llevaba poco tiempo aquí y la milanesa eran lo mejor que probé.

Todo estuvo muy lindo si ignoraba la cara de culo que ponía cierta persona en frente mío.

— Muy rico todo, en serio muchas gracias -sonreí hacia Pedro.

— No es nada, igual gracias por encontrar y traer a Emi -palmeó mi hombro.

— ¿Como que encontrar? -preguntó confuso su hijo mayor.

— Emilio se perdió -lo miró serio Pedro- te llame un montón de veces y no me respondiste por estar con esa mina, encima que tenes el descaro de traerla.

— Dale, yo no sabía que se había perdido -se defendió.

— Vamos a hablar después de esto -sentenció su padre.

— ¿Porque tu cabello es tan negro? -habló enredando sus dedos es él y sacando la tensión del ambiente.

— Porque el de mi mamá es igual -respondí riendo.

— ¿De dónde sos, Alex? -preguntó Pedro- acento argentino no tenes -rió un poco.

— Soy de Bolivia -sonreí.

— Wow, me parece increíble -habló- ¿y que te trae por argentina?

— Los estudios -suspiré- vine con mi hermano a estudiar por un tiempo.

— Que bueno, contanos un poquito más que acá Mateo te quiere conocer -uso el sarcásmo en la última frase al ver a su hijo con cara de culo mirándome.

— Bueno, tengo 17 años y estoy metida en lo que son las redes sociales desde chiquita -sonreí sin mostrar los dientes- mis padres siempre me han apoyado en eso, aunque no sepan muy bien lo que hago.

— ¿Ellos qué son? -preguntó Emi- nosotros somos una familia de músicos -sonrió.

— Tienen algunas empresas y se dedican sólo a manejarlas.

— Otro mundo al tuyo entonces -asentí a lo que dijo Pedro- Pues como te dijo Emilio, Mateo y yo hacemos rap, su madre tiene una banda y el enano piensa seguir igual el rap -dijo a lo que Emi sonrió y asintió con ganas.

— Que lindo que hagan música en familia -sonreí.

Estuvimos conversando un rato más y yo ya tenía que irme, no quería incomodar.

— Fue un placer conocerte -Pedro se despidió de mí con un abrazo- gracias una vez más.

— No es nada, fue un gusto -le sonreí.

— ¿Vas a venir a visitarme? -preguntó Emi.

Me agaché a su altura y respondí.

— Obvio que si, cuando querrás me llamas y jugamos -besé su cachete.

— Dale -sonrió.

— ¡Mateo! -llamó Pedro- trae las llaves del carro y anda a dejar a Alex -avisó.

— No quiero causar más molestia...

— Para nada, ya es tarde y el barrio es peligroso -explicó Pedro.

— Gracias -respondí.

Mateo llegó con las llaves y me despedí una vez más de Pedro y Emi para luego subirme al auto negro.

— Podes dejarme aquí en esta cuadra -miré a Mateo, seguía con su cara de culo y no pensaba soportarlo.

— Perdón -suspiró y cambió su expresión- tuve un mal día y me desquité con vos.

Relámpago |Trueno|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora