Relámpago |Trueno|

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Habían pasado ya 2 semanas y eso significaba que hoy volvía a Bolivia.

Eran las 5:30 am y en un par de horas salía mi vuelo, lo bueno era que Mateo se quedó a dormir conmigo y no saben lo difícil que fue convencer a Santi de hacerlo.

En fin, acababa de despertar y tenía a Mateo pegado a mí, estábamos acurrucados por el frío y sentía su cálida respiración en mi cuello.

Que pena tener que despertarlo.

Me levanté de la cama y fui hasta el baño, me di una ducha, después me vestí, arreglé y ya estaba lista.

— Mateo -susurré acercándome a él, no respondió.

Comencé a dar leves golpes en su cachete para que despertara pero nada.

— ¡Teo! -grité en su oído.

— Ya desperté -abrió los ojos rápidamente.

— Sos un tronco para dormir -reí.

— No tendría problemas en despertar todos los días así -sonrió poniendo sus brazos detrás de su cabeza mientras me miraba.

— Apurate, tengo que llegar temprano al aeropuerto -me reí.

— Dale, voy a cambiarme y ya fue -se sentó en la cama y rápidamente dejó un beso en mi cachete.

Se levantó ahora si de la cama y aproveché para ir a ver si Santi ya tenía todo listo.

— ¿Ya tenes todo? -preguntó al verme llegar a la cocina.

— Sip

— ¿Mateo ya despertó? -sirvió tres tazas de té.

— Ajá, ya está cambiándose -agarré unas galletas y las mordí- están buenas -las señalé.

— Espero que haya dormido en tu sofá eh -me miró.

— Uh Santi, no hicimos nada -rodé los ojos.

— No me importa.

— Que hubo nenes -entró Mateo ya vestido. Estaba con una campera negra, unos shorts, sus zapatillas blancas y sus cadenas.

Fachero como siempre.

— Ya era hora -exageró mi hermano.

— Ay callate Santi -rodé los ojos.

— Mucho lo defendes eh -rió viendo como Mateo se sentaba a mi lado- parecen chicles pegados.

— ¿Ah si? Es que somos mejores amigos -habló Mateo y me lanzó una mirada cómplice.

— Tampoco soy imbécil, eh -Santi rodó los ojos y le pasó una taza de té a Mateo.

Desayunamos muy rápido y ya estábamos listos para irnos.

(...)

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