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@trueno ha respondido a tu historia:
@trueno: ??????
Visto a las 7:18 pm


Después hablaría con él y le explicaría todo.

Con Lit llegamos a mi casa y bajamos del auto.

— No debería estar nervioso -rió arrastrando sus maletas a la entrada.

— Son mis padres Mau -sonreí- sabes que les caes bien.

Entramos a mi casa y fuimos directo a la sala en donde estaban mis padres enfocados en sus computadoras, dejaron de hacerlo cuando vieron a Mauro.

— ¡Maurito! -chilló mi mamá y se levantó para abrazarlo.

— ¿Cómo está Sra. Caccini? -sonrió abrazándola de vuelta.

— Muy bien hijo -apretó sus cachetes- ¿y vos? Mírate, ya estas grandecito -sonrió- y ese color te queda exótico -rió tocando su pelo.

— Gracias -sonrió- yo me encuentro bien.

Mi papá se levantó y lo miró atento.

— Buenas noches Sr. Caccini -Lit le extendió la mano. Reí al verlo ser tan formal con mis padres.

Aceptó su mano y lo abrazó.

— ¿Cómo estas, chico? -se separó de él.

— Estoy muy bien, gracias -sonrió Lit.

— Lo llevaré a su habitación -llamé la atención.

— Claro que sí, la cena estará lista en media hora -avisó mamá.

Lo ayudé con sus maletas y subimos hasta la habitación de huéspedes que quedaba justo al lado de la mía.

— Listo, aquí vas a dormir -entramos al cuarto.

Lit dejó sus maletas en la cama y nos subimos para comenzar a desempacar sus cosas, se quedaría unos días y después iría a argentina.

— ¿Que tal tu vida Lexi? -preguntó mientras sacaba su ropa.

Mauro era el único que me decía Lexi, según él para ser original.

— Voy demasiado bien -sonreí- ¿y vos? ¿Seguís con Nadia?

— Si, justo voy a verla a argentina.

(ya sé que anda con Tuli, pero acuérdense que estamos en 2020)



— Ay, que bueno entonces -dije doblando su ropa.

— ¿Vos y trueno que onda? -rió- vi que andan pendientes a ustedes.

— Nos conocimos en argentina -sonreí- desde entonces no nos separamos.

— ¿Entonces si andan? -preguntó en tono pícaro.

— Nada de eso -negué- sólo somos amigos de su parte.

— ¿Y de la tuya? -insistió.

— Es complicado -hice mi cabeza para un lado y fruncí mi ceño.

— Dale cabeza de piña, contame -me empujó.

— Imbécil -reí negando- sabes que soy difícil de que me enamore, pero ahora no se ni lo que siento -me tiré hacia atrás en la cama viendo al techo.

— Un montón que me costó a mí -se acostó a mi lado- deberías dejar que las cosas fluyan.

— Sip, creo que es lo mejor -me encogí de hombros y lo miré.

— Llamalo -soltó. Lo miré confundida- habla con él, te debe extrañar el pibe.

— Eso voy a hacer. Esperame que traigo mi compu -lo señalé.

Relámpago |Trueno|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora