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M A T E O

1:30 am

Terminé de dar mi show en el boliche y bajamos del escenario con todo mi equipo directo a los camarines.

— Mierda, quedé sin pilas después de eso -Camilo se tiró en el sofá.

Agarré una botella de agua y me la bebí.

— Yo estoy zarpado, hoy la pongo si o si -le guiñé el ojo.

— Daaaa, ¿no que estabas con Alex? -levantó una ceja.

— Es que ni yo sé -negué- me gusta, pero también me asustan las cosas serias -susurré para él, no quería que mi viejo me escuchara decir que Alex me volaba el bocho.

— ¿Me decís que todavía no te la comiste? -me miró sorprendido.

— Y obvio que no, no siento la necesidad todavía, que se yo -me encogí de hombros.

— Estás muy raro Teito -se burló.

— Naaa, mejor salgamos a forrear un ratito

Con Camilo salimos a ver que onda con el boliche y a ver si habían buenas pibas.

— Ufffa, mirá la morocha de la barra -señaló a una pelinegra con buen cuerpo.

— Esta re buena -asentí- bancame un rato -palmeé su hombro.

Fui hasta la barra y charlé un rato con ella, después fuimos a bailar y estuvimos un buen rato así.

Una cosa llevó a la otra y terminé cagandola como de costumbre.

Esta sería la última vez.







A L E S S I A

9:00 am

— ¿Te gustaron los panqueques? -me miró Pedro esperando mi aprobación.

— Pues están pasables -moví la cabeza- les falta un poco más de azúcar.

Pedro me llamó para que le enseñara un poco de cocina, según él yo era buenísima en eso, y no lo niego.

— Al menos ya están pasables, pa -rió Emi.

— Y vos callate que te quedas sin panqueques -lo señaló, Emi levantó las manos en señal de rendición.

— ¿Y Mateo? -pregunté al no ver rastro de él tan tarde en la mañana.

— Durmiendo, ayer dio show en un boliche -informó su padre.

— Ay verdad, me olvidé.

— Pa, apurate que tengo que llegar a la casa de Rafa -avisó Emi mientras comía más rápido sus panqueques.

— Uy si, me olvidaba.

Ambos terminaron de comer y Pedro me dejó a cargo de todo, literal yo estaba más en esta casa que en mi departamento.

Terminé de desayunar también y subí a despertar a Mateo, o en otro caso a dormir con él si no se quería levantar, y le llevé un par de panqueques.

Entré a su cuarto y lo pillé en la cama recostado en el respaldar mientras usaba su teléfono.

— Hola Teo -cerré la puerta detrás de mí.

Relámpago |Trueno|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora