Me quedé allí, pasmada, sin poder moverme, contemplando aquella escena tan dantesca, y cómo los paparazzi no paraban de hacer fotos. No sé si fueron segundos u horas, pero todo lo que había vivido con Tom pasó ante mis ojos, como si de una película se tratase. Como cuando dicen que estás a punto de morir y ves toda tu vida en fragmentos.
Tom apartó a Zawe de él, y entre la multitud, buscó mi mirada. Cuando al fin la encontró, su expresión denotaba una mezcla entre tristeza y miedo. Rápidamente, miré a Zawe, quien parecía triunfante, y observé como miraba hacia nosotras con desprecio. No lo podía soportar, tenía que salir de allí antes de que montara una escena, por el bien de mi anonimato y de las posibles burlas.
Me giré y salí corriendo hacia el teatro, para acceder a la puerta principal y poder desaparecer de allí por la puerta trasera. Oía a Clara llamarme, pero sus palabras parecían difusas, como si no fueran dirigidas hacía mí.
— ¡Natalia! — me llamaba. — ¡Ha sido ella la que se ha lanzado hacia Tom!
¿Ha sido ella?, pensé. No me importaba, él la había dejado continuar, delante de todo el mundo, delante de mí. No podía quedarme allí.
Por fin, conseguí salir a la calle. Quería seguir corriendo hacia el hotel pero los tacones me estaban matando, así que cogería un taxi, pero esperaba que pasara alguno lo antes posible.
— ¡Natalia! ¡Espera! — Clara venía corriendo detrás de mí, bastante sofocada.
— Me voy al hotel — le dije, tratando de parar un taxi.
— Vale, voy contigo — el taxi estacionó delante de nosotras, y abrí la puerta para poder subirnos.
— ¡Natalia! ¡No te vayas! — Tom acababa de salir del teatro, también corriendo. Antes de que lograra alcanzarnos, las dos subimos al taxi.
— ¡Arranque! ¡Rápido! — le dije al taxista, y mientras el coche se iba, a Tom le dio tiempo a acercarse a la ventanilla, pero ya no quise mirarle. Cuando ya desapareció de mi campo de visión, le di las indicaciones del hotel al hombre.
— Natalia... — empezó Clara. — ¿No deberías haber hablado con él?
— Ahora no — le dije de forma tajante, al borde del llanto. Mi teléfono empezó a sonar y era él... Rechacé la llamada.
— Natalia, ha sido la bruja la que se ha abalanzado sobre él — quiso abrazarme pero me aparté de ella. — La he visto...
— Me da igual, no la ha rechazado — no podía disimular la rabia que sentía por dentro. En ese momento el móvil de Clara empezó a sonar.
— Es Charlie, tengo que cogerlo — atendió la llamada, pero estaba tan sumida en mi mundo que no presté atención a la parte de la conversación de Clara.
Llegamos al hotel, y Clara colgó la llamada. Pagamos al taxista y salí del vehículo como alma que lleva al diablo. Clara tuvo que correr detrás de mí.
En cuanto entramos a nuestra habitación, ya no pude aguantar más y rompí en lágrimas, tumbándome boca abajo encima de cama, la misma en la que no había dormido ni una sola noche desde que llegué a Nueva York y que, para mi desgracia, probaría justo la última. Clara se sentó junto a mí, y me acarició la cabeza. En esa ocasión no la rechacé.
— Nena... — empezó. — Charlie me ha asegurado que Tom no ha buscado ese beso... Ha sido ella... — yo seguía sollozando. — Se ha quedado paralizado, no sabía cómo rechazarla sin montar un escándalo delante de los fotógrafos.
— Pero ahora todo el mundo pensará que están juntos...
— Eso se puede arreglar... — se tumbó a mi lado y me abrazó — Habla con él por favor, ya verás como todo se soluciona.
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De verdad es usted, Mr. Hiddleston?
FanfictionCuando, cansada de todo, me decidí a escaparme a Londres por unas semanas, no imaginaba que mi vida iba a cambiar de una forma tan inesperada... y que conocer a alguien a quien idolatras podía llegar a ser tan tormentoso.