Epílogo - Espejismo

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Tres años y medio después...

— Lucy, ¿me pasas la buttercream de fresa? — le dije a mi empleada. Estábamos terminando de decorar una tarta de cumpleaños para aquella misma tarde.

— Claro jefa — me respondió, y me acercó la manga pastelera que ya previamente había rellenado.

Teníamos mucho revuelo en la cocina. A parte de las preparaciones diarias para tener las vitrinas de la bakery llenas, también aceptábamos encargos. Después de los primeros seis meses —que resultaron algo complicados por la adaptación al negocio— la tienda había ido viento en popa. He de decir que el hecho de ser la bakery de la pareja de Tom Hiddleston le había dado mucha publicidad, así como sus visitas a la tienda, o de otros famoso. No sólo teníamos clientes habituales de la zona, sino que se había convertido en un sitio de culto para fans, donde no podía faltar la repostería basada en los personajes y películas de Tom. Sin lugar a dudas, los cupcakes de Loki eran los que más se vendían.

Estaba haciendo las últimas rosetas en la tarta cuando mi otro empleado, Jerry, que solía estar en el mostrador, entró en la cocina.

— Natalia, fuera preguntan por ti.

— ¿Quién? — le dije, algo fastidiada. Jerry sabía perfectamente que no me gustaba que me interrumpieran cuando tenía la manga en la mano.

— Lo siento jefa, es un hombre que te conoce de España, pero no me ha dado su nombre — suspiré, pero estaba intrigada, así que le pasé la manga a Lucy para que ella continuara.

 Jerry volvió al mostrador y yo salí por la puerta que daba directamente a la parte delantera del local.

— ¿Quién pregunta por mí? — pregunté, y en ese instante el hombre al que se refería Jerry se giró. — ¡Raúl! — me quedé asombrada, no podía creer que estuviera allí, después de tanto tiempo.

— Hola Natalia — se acercó y me abrazó. — Estás preciosa.

— Muchas gracias, yo también te veo muy bien — una lágrima rodó por mi mejilla. Pese a todo, me sentía feliz de volver a verle.

— Me enteré de tu pequeño negocio, y por lo que veo, parece que te va muy bien. No podía dejar de venir a saludarte.

— La verdad es que sí, siempre estamos a tope de faena.

— Me encantaría volver a probar alguno de tus cupcakes — me sonrió.

— ¡Por supuesto! Los que quieras, estás invitado — le toqué el brazo. — Y por cierto, ¿qué haces en Londres? — en ese momento, me percaté de que, detrás de él, había una chica muy guapa que estaba pendiente de nuestra conversación. Raúl se giró y la cogió de la mano, haciendo que se pusiera a su lado.

— Hemos venido de turismo. Por cierto, esta es Valeria — nos dimos dos besos.

— Encantada — dijimos ambas, y aunque ella parecía un poco incómoda, yo me sentí entusiasmada por ver a Raúl con otra mujer.

— ¿Y desde cuándo os conocéis? — les pregunté.

— Desde hace casi dos años — respondió Raúl. —Uno de mis compañeros se fue de la empresa y había una vacante, que por suerte ocupó ella — dijo, mientras la miraba como solía mirarme a mí. Valeria se ruborizó.

— Hacéis una pareja estupenda, de verdad — los dos me sonrieron. — ¿Queréis sentaros y os traigo unos cafés y los cupcakes? — les sugerí.

— Oh, no te preocupes — dijo Raúl. — Ya hemos desayunado en el hotel y estamos llenos. Mejor nos los llevamos para más tarde.

— Sí, claro — entendí que no querían quedarse mucho. — Sólo esperad y os traigo una caja.

De verdad es usted, Mr. Hiddleston?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora