Habían pasado dos meses desde que Tom confesó a los medios que estaba saliendo con alguien que no era la coprotagonista de Betrayal. Dos meses en los que se habían hecho muchas especulaciones, pero en el que, afortunadamente para mí, nadie había logrado encontrar a la misteriosa chica. Sobre todo, porque los periodistas se estaban centrando en Nueva York y Londres, mientras que yo estaba tranquilamente en España. Y según Charlie le contaba a Clara, Tom no había vuelto a hablar del tema ni en entrevistas ni cuando los paparazzi le asediaban por la calle a preguntas.
En esos meses, yo estuve más animada dado que Tom seguía sorprendiéndome bastante a menudo. Y me constaba que él también lo estaba dado que Clara le contaba mis reacciones a Charlie.
Empecé a recibir casi a diario cartas de su puño y letra contándome cómo estaban siendo sus días en Nueva York, así como las ganas inmensas que tenía de terminar la obra para poder volver a estar conmigo. En una de ellas, incluyó un CD repleto de algunas de sus canciones favoritas, o simplemente que le recordaban a mí. Al poner el disco, la primera me hizo evocar aquella noche bailando con él en mi casa, mientras la escuchábamos, y no pude evitar emocionarme y soltar alguna lágrima. Visto desde la perspectiva de aquel momento, ya no había tristeza al recordar aquel día que lo cambió todo.
Sin embargo, después de ese tiempo, sucedió un evento que hizo que Tom y yo volviéramos a retomar el contacto más allá de sus obsequios y de los comentarios de nuestros amigos.
Era sábado por la noche, y Clara me convenció para salir de fiesta. Cenamos en mi casa y nos arreglamos para ir a bailar y quemar la pista. No soy muy dada a ir a discotecas, prefiero sitios más tranquilos en los que poder charlar con una copa, pero Clara estaba particularmente eufórica porque Charlie le había prometido que, en cuanto acabaran la obra, iría a por ella y se la llevaría a Londres por unos días. Al parecer, quería ir en serio con ella.
— ¡Ya verás como acabo viviendo en Londres! — exclamó, terminando de ponerse rimmel en las pestañas.
— Estoy segura de que te encantará — le sonreí.
— ¡Y más si tú también estás allí!
— Es muy probable — le guiñé el ojo.
— Si después de todo lo que Tom está haciendo, y encima tú haciéndole sufrir, no te vas con él, yo te mato — me dijo, con mirada asesina, y ambas empezamos a reírnos.
— ¡Eh! ¿Y lo qué yo he sufrido? ¿Ya no te acuerdas de lo enfadada que estabas con él? — pese a que intentaba que sonara a reproche, no podía dejar de reír.
— ¡Vamos! ¡Si ya se te ha pasado! ¿Y cómo voy a seguir enfadada con él si es un amor?
— Ahí le has dado — y en ese momento Clara me abrazó.
Cuando estuvimos listas, salimos de mi casa y cogimos un taxi para ir a una de las discotecas de moda de la ciudad, en la cual todavía no habíamos estado. Al llegar, nos dirigimos a la entrada que estaba llena de gente, por lo que tuvimos que hacer cola para poder pasar.
Una vez dentro, nos quedamos maravilladas por la amplitud del interior, pues desde fuera no parecía tan grande. La decoración era estilo industrial en tonos azules y púrpuras, y en el centro había una zona con sillones y mesas que, como era de esperar, estaba totalmente ocupada. En los laterales de la estancia habían escaleras para acceder a la parte superior, en donde había algunos apartados para mayor privacidad. El sector central era completamente diáfano y al fondo había un escenario con algunos bailarines.
— ¡Esto es espectacular! — exclamó Clara, aunque apenas pude oírla debido al volumen de la música. Yo asentí.
Como pudimos, nos metimos entre la multitud y nos dirigimos hacia la barra que estaba situada más cerca de la entrada. Cuando al fin llegamos, esperamos nuestro turno y pedimos un par de copas. Pese a que Clara se veía en su salsa, yo ya estaba empezando a agobiarme debido al bullicio. Me cogió de la mano y me llevó hacia dónde estaba el escenario, de nuevo en medio de la aglomeración.
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De verdad es usted, Mr. Hiddleston?
FanficCuando, cansada de todo, me decidí a escaparme a Londres por unas semanas, no imaginaba que mi vida iba a cambiar de una forma tan inesperada... y que conocer a alguien a quien idolatras podía llegar a ser tan tormentoso.