Allí estábamos las dos, dentro del teatro, sentadas en nuestras butacas. Aunque Clara había comprado las entradas la semana anterior, había podido seleccionar los asientos en la zona de Orchestra, bastante cerca del escenario, pero en el lado izquierdo en lugar de en la parte central. Como ella había dicho, no era primera fila, pero se veía muy bien. Y yo estaba tan nerviosa...
– Clara, no debiste comprar las entradas...
– ¿Por qué no? ¡Yo también quería ver la obra! – exclamó.
– Al menos dejarás que te pague la mía, sé que cuestan bastante... – me sabía mal que se hubiera gastado tanto.
– ¡Tonterías! Considéralo un regalo.
– Más bien, un préstamo... los próximos pagos corren de mi cuenta.
– Ayyy, está bien – Clara puso los ojos en blanco. – ¡Mira! ¡Ya empieza!
Se apagó la luz de la sala y se iluminó el escenario. Clara me cogió la mano y la apretó, ella también estaba algo excitada. Le miré y le sonreí, en señal de gratitud por estar allí, por haberme convencido de ir a Nueva York y por la gran sorpresa que me había dado.
Mi corazón se aceleró en el momento en que Tom salió al escenario. Allí estaba él, de pie, tan guapo como la última vez que lo había visto. Desde mi punto de vista, él eclipsaba a los otros dos actores. Aunque esa percepción ya la había tenido la primera vez que vi la obra, en ese momento todavía se acrecentaba más, ya que ahora lo miraba con otros ojos.
– Tom es increíble, entiendo por qué estás tan colada por él – me susurró Clara.
– Lo sé, en el escenario no puedes apartar la vista de él.
– Todavía no entiendo cómo no le has dicho nada...
– Clara, te lo he dicho mil veces... No he estado para eso y no quería interferir en su vida – cuando quería era muy terca.
– Está bien... – se rindió.
Continuamos viendo la obra y, aunque ya sabía cómo terminaba, pude disfrutarla igualmente, no obstante, esa vez estaba más pendiente de los diálogos y de las expresiones de Tom. Era un gran actor, de eso no había ninguna duda. Mi cabeza ya estaba de nuevo imaginando cosas... me había vuelto a trastocar.
Después de noventa minutos, la obra acabó. Los actores salieron para saludar al público y tanto Clara como yo nos levantamos a aplaudir como locas. Pese a que Tom estaba mirando hacia todas partes, dudaba que a esa distancia pudiera ser capaz de identificarme, y más teniendo en cuenta que no sabía que estaba allí.
Los actores salieron del escenario, y yo me quedé allí plantada, con el corazón en un puño, viendo como se iba. No me di cuenta que estaba obstaculizando la salida de la fila hasta que Clara me cogió del brazo y me sacó hacia el pasillo.
– ¡Me ha encantado! – me dijo Clara.
– Suponía que no te defraudaría – le dije, aunque seguía perdida en mis pensamientos.
– Vamos a que nos firme el folleto de la obra, ¿no? – le miré, extrañada. – ¿Qué no sabes que los firma a la salida del teatro? ¿No te lo firmó en Londres?
– No, no tenía ni idea...
Clara sacó su móvil y me enseñó un montón de fotos y vídeos de Tom hablando con las fans y firmando los dípticos. No me lo podía creer, había estado tan apartada de las redes sociales que no sabía que al acabar la obra hacía eso.
– Bueno, pues ahora lo podemos solucionar – Clara me cogió de la mano y siguió al resto de la gente fuera del teatro, hasta que vimos una cola en la puerta donde supuestamente iba a salir Tom.
ESTÁS LEYENDO
De verdad es usted, Mr. Hiddleston?
FanficCuando, cansada de todo, me decidí a escaparme a Londres por unas semanas, no imaginaba que mi vida iba a cambiar de una forma tan inesperada... y que conocer a alguien a quien idolatras podía llegar a ser tan tormentoso.