La ventanilla del coche se bajó y un hombre se asomó por esta. Su pelo era rubio y largo, sus ojos eran azules o verdes, no se distinguía muy bien con tanta oscuridad y la verdad es que las luces de las farolas tampoco ayudaban. Pero aquel hombre era realmente guapo.
— ¿Puedo llevarte a donde sea que vayas? — dijo en tono un poco preocupado.— Te vi tropezar desde el otro lado de la calle cuando iba a por el coche.— aclaró.
— Am... n-no te conozco.— dijo esta mordiendo su labio.
— Me llamo Tobías.— sonrió este amablemente.— No voy a secuestrarte ni nada por el estilo, es solo que está lloviendo mucho, te has lastimado y estás temblando del frío, no soy tan desalmado como para aprovecharme de una mujer y mucho menos como para dejarte aquí sin más.... además, atrás llevo a una amiga que está muy borracha y me vendría bien algo de compañía.— rió este levemente.
Malia sonrió. Sabía que aquel chico no le haría nada, lucía muy dulce e inofensivo, a pesar de la apariencia intimidante que tenía. Era casi como Gael, solo que en rubio y con el pelo largo y ondulado casi rizado.
Decidió acercarse y cuando estaba a punto de rodear el coche para entrar hacia el asiento del copiloto, una voz, que sonó casi como un rugido, la hizo frenarse.
— ¡Mi amor! — volvió a gritar y esta volteó su cabeza confundida. Cuando se dio cuenta de quién se trataba, sus ojos no pudieron abrirse más.— Cariño, te dije que me esperases mientras iba a por el coche, ¿dónde te habías metido?
— ¿Y tú quién eres? — preguntó Tobías un poco confundido y miró a la morena.
— Su novio.— dijo Gael de manera imponente. La cogió de la mano y tiró levemente de ella hacia él. Malia tropezó un poco, su tobillo seguía fallando.— Mierda, mi amor, ¿estás bien? — se quitó rápidamente su chaqueta para cubrirla. Malia asintió aún desconcertada y miró a Tobias quien la miraba alerta.
— N-No te preocupes.— mordió levemente su labio.— Gracias por la ayuda, espero que tu amiga no tenga mañana una gran resaca.
— Yo también lo espero... am...
— Malia.— contestó esta y se acercó a darle dos besos.— Muchas gracias, de verdad.
— No es nada.— sonrió este y le dio una tarjeta disimuladamente.— No querría perder el contacto con alguien a quien acabo de conocer.— dijo en bajo mirando a Gael de reojo.
Malia sonrió levemente y se guardó la tarjeta en la chaqueta. Escuchó a la mujer de atrás balbucear cosas sin sentido y una pequeña risa escapó de sus labios.
— Será mejor que la lleves a casa.— dijo esta acercándose a Gael.
— Será lo mejor.— sonrió.— Espero que tu tobillo se mejore y que no te constipes.— Se despidieron con la mano y Gael agarró de manera posesiva la cintura de la chica mientras Tobias se retiraba de allí.
— Vámonos.— la ayudó a caminar hasta el coche y ambos entraron en la parte de atrás de la limusina.
Malia dirigió su vista hacia el empresario y se dio cuenta de que su camisa blanca transparentaba su cuerpo debido a la lluvia. Vaya, este chico realmente estaba en forma y lleno de tatuajes.
— ¿Cómo te encuentras? — preguntó éste dirigiendo su vista hacia ella. Malia rápidamente apartó la mirada de su torso a sus ojos y suspiró.
— Empapada y... no sé, realmente no siento mi cuerpo.
Gael al oir esto la acercó más a él y le pidió a Trevor, su chofer, que encendiese la calefacción.
— ¿Por qué dijiste que era tu novia? — preguntó Malia aún desconcertada e intentando procesar la situación.
— Iremos a tu departamento, ¿de acuerdo? — dijo este ignorando su pregunta y ella simplemente asintió agotada. Dejó que ella le diese la dirección al chofer porque si la decía él quedaría como un psicópata. Había ojeado unas cuantas veces su ficha, no se podía creer que una chica tan dulce e inocente pudiese vivir rodead de tanta delincuencia y no estuviese corrompida.
Gael suspiró y bajó la mirada hacia la pequeña chica. Tenía sus ojos cerrados y el maquillaje de sus ojos prácticamente no existía. Su respiración era irregular debido a sus temblores y decidió que en cuanto llegasen a su casa, le prepararía un buen baño calentito.