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Gael observaba detalladamente los movimientos que Malia realizaba a medida que la entrevista avanzaba. Seguía nerviosa, mordía su labio de vez en cuando en cuanto terminaba de contestar una de las preguntas que el señor Avallon le hacía y no había cosa que más le excitase a este, pero sabía controlar sus impulsos, por eso es que había llegado a donde estaba ahora.

— Bueno, solo necesito que me contestes a una cosa más antes de pasar a la parte práctica.— anunció Gael.— Es usted muy joven, a penas y tiene los 22 años, ¿por qué trabajar aquí pudiendo vivir un poco más?

— ¿No lo fue usted también? — contestó ella en un tono suave pero firme.— Comenzó con esta empresa con 23 años y ya tiene unos 33.

— Correcto.— asintió Gael mientras por dentro sonreía por la osadía y la precisión de la joven chica.

— No creo que sea delito tener ambición.— dijo ladeando un poco la cabeza, pensando un poco en su siguiente comentario.— He estudiado para esto y quiero viajar, esa es mi mayor ambición, conocer mundo. Y trabajando aquí puedo conseguirlo, ofrece una suma de dinero realmente sorprendente para lo que es mi trabajo...

— No siga.— interrumpió Gael.— Su sueldo irá acorde a su trabajo, no puede despreciarlo de esa manera, no sabe lo imprescindible que puede hacerse para esta empresa.— Gael se levantó y se sproximó a ella.— Mis empleados trabajan muy duro, son muy eficientes y necesitan liberar la tensión que acumulan en sus jornadas, así que recuerde que la más mínima pieza que falte no va a hacer que un reloj funcione.— citó Gael las palabras que alguna vez le dijo su padre.

Malia parpadeó sorprendida ante sus palabras. Adoraba su trabajo y no lo menospreciaba en lo absoluto, ¿pero en el campo empresarial de verdad era tan importante como Gael decía?

— No se qué contestar a eso.— suspiró la joven sinceramente.— Nunca pensé que realmente fuera tan importante para una empresa.

— Lo es, y lo he comprendido gracias a todos ellos.— dijo el mayor apoyándose en su escritorio.— Hace dos años tuve que contratar un par de terapeutas porque sus vidas personales influian en su trabajo y gracias a eso han mejorado en su trabajo, por eso quería darles este regalo, una zona en la que puedan relajarse de verdad y no simplemente tomando algo en la cafetería de la planta baja.— Malia asintió, entendía lo que el señor Avallon le contaba y estaba muy de acuerdo con sus decisiones, le parecía un jefe muy empático y eso le hacía sentir más segura en cuanto a darlo todo para conseguir este puesto y trabajar con él.

— Entonces... creo que será hora de empezar la parte práctica para poder trabajar cuanto antes en esta empresa, ¿no cree, señor Avallon?— dijo ella totalmente segura y confiada, a lo que Gael soltó una pequeña sonrisa.

— Empecemos la práctica pues, señorita Flores.

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