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Gael había estado presentándole gente durante toda la noche a Malia. La gente del pueblo, felices por ver a Gael, estuvieron aún más felices al ver a una chica acompañándole. La gente de aquel lugar eran como una familia para Gael, y es que sus abuelos llevan viviendo allí muchísimo tiempo y Gael adoraba irse con sus abuelos todos los fines de semana cuando era pequeño. Todos en ese pueblo le vieron crecer y convertirse en el gran hombre que es ahora, y estaban más que orgullosos de él.

La abuela de Gael fue la primera en ir a abrazarle. Echaba mucho de menos a su nieto y le regañó por no haber ido a verla. Malia reía en bajito ante la situación, Gael había dejado de ser un poderoso empresario para ser el niñito pequeño de la abuela. Y eso le encantaba.

Cuando todos habían acabado de saludarse, se pusieron a bailar y beber, e incluso comieron un poquito más porque simplemente todo olía delicioso y era imposible no sentirse tentado por la comida.

Hubo un momento de la noche en el que Gael se sintió completo por primera vez en mucho tiempo, y es que ver a sus abuelos bailar le encantaba, le recordaba a cuando siempre les acompañaba al baile y a él le tocaba estar sentado mirándoles. Miró a Malia un momento, ella también veía a la pareja bailar sonriente. Gael sonrió también y decidió que era hora de actuar.

— ¿Bailas, preciosa? — dijo tendiéndole la mano a Malia, quien en seguida dirigió sus ojos a su mano y luego a él.

— Por supuesto.— sonrió la joven tomando su mano y ambos se pusieron a bailar.

Gael la agarraba de la cintura de una forma dulce, pero firme; resultaba ser perfecto para ella. Malia decidió abrazarle por los hombros y apoyar su cabeza en uno de estos. Se sentía completamente fuera de sí cuando se trataba de estar con Gael. Le parecía todo demasiado hermoso y perfecto, casi mágico.

El mayor apoyó la cabeza sobre la de la chica tras dejar un beso en esta. Comenzó a balancearles lentamente y cerró los ojos por un momento, disfrutando de aquel momento que estaba compartiendo con ella.

Abrió los ojos al sentir un flash sobre ellos y sonrió al ver a su abuela tomándoles una foto. Su abuelo había hecho un gesto de aprobación y no pudo evitar soltar una risilla, una que a Malia le había descolocado cada célula de su cuerpo.

Gael decidió separarse tal vez un poco tan solo para darle una vuelta a su preciosa chica y admirarla quizás un poco más de lo que ya lo hacía. Una risilla vergonzosa se escapó de los labios de ella y Gael sonrió inconscientemente. La atrajo hacia él y estampó sus labios contra los de ella, no aguantando un minuto más sin besarla.

Otro flash saltó, pero decidió ignorarlo no queriendo separarse aún de su amante. Colocó una mano en su nuca y acarició esta lentamente, provocando que Malia soltase un pequeño ronroneo en sus labios y, tal vez, ambos sonriesen durante el beso.

— Quiero llevarte a un sitio.— dijo Gael sobre los labios de la chica.— ¿Te apetece?

Malia asintió sonriendo levemente, provocando que Gael también lo hiciera. Este cogió su mano y ambos fueron hacia el lugar donde Gael quería ir.

Se encontraban sobre un paseo de madera que llevaba a la playa, era pequeña, pero se veía hermosa con los pequeños farolillos que colgaban de los postes a modo de farolas.

— Aquí también pasé muchas tardes.— dijo Gael mirando al océano.— Me parecía un lugar muy tranquilo para pensar. — añadió separándose de Malia y comenzó a desvestirse.

Malia miraba atenta sus movimientos, entendiendo a la perfección lo que quería hacer. Se puso a su lado y comenzó a desvestirse ella también. Gael sonrió levemente al ver que ella había sabido interpretar sus movimientos: iban a darse un baño.

Cuando ambos quedaron en ropa interior, Malia decidió tomar de nuevo la iniciativa y coger la mano del chico para salir corriendo hacia el agua. Gael la siguió soltando una risita que provocó que Malia sonriese también.

En cuanto llegaron al agua, ambos se hundieron soltando sus manos. Gael fue el primero en salir a la superficie porque no quería perderse el espectáculo de ver a Malia salir a la superficie de forma que se viese caliente. Y no se equivocó. La chica salió a respirar echando su pelo hacia atrás, viéndose como la mismísima diosa Venus.

— Nunca imaginé que el agua fuese a estar tan caliente.— dijo Malia sacando a Gael de su ensoñamiento.— Mierda, sonaba mejor en mi cabeza.— mordió su labio sonrojada por cómo había sonado la frase. Gael rió tiernamente y nadó hacia ella, abrazándola por la cintura.

— Eso es porque el sol aquí pega mucho y calienta el agua durante el día para que por la noche tenga la temperatura perfecta.— explicó el mayor.— Pero creo que no solo está caliente por eso.— añadió mirando lo que se veía de su cuerpo.

— Pervertido.— dijo ella aún más avergonzada poniendo una mano en su pecho, causando que Gael riese de nuevo.

— Me encantas, señorita Flores, me encantas mucho.— dijo sincero mirándola. Estaba colado hasta los huesos, le tenía comiendo de su mano.

— Tu a mí también, señor Avallon.— sonrió la chica y ambos unieron sus labios en un ardiente beso dejándolos a ambos sin aliento y con ganas de más. Pero hoy no sería la noche.

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