Capítulo 36: A mi lado

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-Ella ha admitido que aún te ama.

-¿Que?

-Traté de persuadirla para que te lo dijera pero no pude. Es muy terca.

-¿Y porqué no me lo dice? -pregunto con evidente intriga.

-Porque teme que tu no sientas lo mismo por ella, no soportaría un rechazo tuyo. Incluso creyó que entre tu y yo había algo.

-Obviamente lo negaste ¿verdad?

-Claro que no, le dije que tu y yo estamos muy comprometidos.

-¡¿Que?!- le grito desesperado. ¿Como es posible que cuando se abre una puerta ella me la cierra en las narices?

-¡Es broma!- comienza a reírse a carcajadas -hubieras visto tu cara.

-No seas tan cruel.

-Lo siento, no puedo evitarlo -dice entre risas limpiándose las lágrimas por tanto reír.

-Maya -la sujeto de los hombros tratando de mostrarme serio con ella, y cuando ve que ya no estoy bromeando dejar de reír. Creo que en el tiempo que llevo d reconocerla es la primera vez que me mira en un modo serio -no quiero que juegues con ésto, así que te haré una pregunta y espero que me respondas con la verdad. ¿Estás segura de que ella te dijo eso? Porque tu eres capaz de inventarte mil cuentos con tal de conseguir lo que quieres, si de verdad sientes un poco de cariño hacia mí, dime la verdad. Porque no soportaría que ella me rechace.

-Max... -quita mis manos de sus hombros y ahora ella sujeta los míos mirándome con la mirada mas seria que he visto en sus ojos -jamás mentiría en algo así. Mucho menos a ti.

-Gracias -le doy un abrazo y por primera vez en mucho tiempo, siento que vuelvo a tener esperanzas, y lo más extraño es que fué Maya quien las devolvió a mí -tengo que llamarla.

La suelto y saco de mi bolsillo trasero mi móvil para llamarla. El teléfono de la casa suena y con la mirada le pido a Maya que lo conteste porque no había nadie en la casa más que nosotros; mis padres se habían ido al mercado y las señoras de limpieza habían ido a hacer mercado.

Ella contesta mientras me dedico a buscar su número telefónico pero en cuanto pregunta de quien se trata sus ojos se iluminan.

-Si, Emma -era ella -él está aquí, deja te comunico con él, bye -me tiende el teléfono y como todo un adolescente con las hormonas revueltas sentí mi corazón latir a más no poder y mis manos temblar por la emoción.

-¿Hola? -digo titubeante cuando pude articular palabra, me siento como las primeras veces que hablé con ella.

<<¿Max?>>

-Si, soy yo.

"Soy yo" ¿En serio es lo único que pude decir?

<<Genial, ¿podríamos vernos mañana por favor? Necesito hablar muy seriamente contigo>>

-Si, claro. ¿En dónde y a qué hora?

<<En el parque del centro por favor, a las 10:00 am>>

-Ahí estaré.

<<Te espero, ¿podrías pasarme a Maya un momento?>>

-Claro -le tiendo el teléfono a Maya y ella desaparece por la puerta hablando con Emma. No podía creer lo que había pasado, quedé paralizado  tratando de asimilar lo que había pasado. No se cuanto pasó, el tiempo quedó paralizado para mí; me sentí dentro de una burbuja en la que ni yo cabía. Fué Maya quien la rompió cuando me dió una cachetada trayéndome a la realidad.

-¡Auch! -me quejo cuando sentí el ardor en mi mejilla -¡Maya! No tenías que hacerlo.

-Llevo hablándote por diez segundos y tu no me escuchas.

-¡Diez segundos!

-Si, te quería decir... -parece confundida y se pone a pensar.

-¡¿Que?!

-Se me olvidó.

-¡Maya!

No pude dormir de tanto pensar, estuve dando vueltas por toda mi casa hasta que mi papá salió con un arma creyendo que era un ladrón cuando empecé a husmear por todas partes para calmar mi ansiedad. Me llevé un gran susto y mi padre quedó paralizado al ver que se trataba de mí, tuve que explicarle el porqué de mi insomnio y mi conducta con la condición de que no lo hable con mi madre porque conociéndola era capaz de llamar a Emma de inmediato.

Después de eso fuí a la habitación de Maya pero lo único que recibí fué un almohadazo para que me largara a dormir.

Tomé un par de tés de tila y la valeriana de mi madre antes de venir pero ni siquiera eso pudo reducir mis nervios. Llegué al parque en donde era la cita cinco minutos antes para no llegar con algún retraso, además ya no podía esperar más en casa. Maya había salido muy temprano y no me dijo a donde, solo que necesitaba estar lejos de mi antes de utilizar sus conocimientos de karate conmigo. Me estacioné en el único lugar que había y para mi desgracia era en la esquina del parque en medio de dos camionetas enormes lo que hacía que mi coche a penas si se viera de lado.

Caminé por el parque observando a las familias, los padres a lo lejos sentados en alguna banca y los niños corriendo por todas partes, fué imposible no sentirme nostálgico, siempre quise tiene una familia con Emma pero ambos sentíamos que aún no era el momento y después de mi accidente nada volvió a ser igual, ojalá hubiera tenido un hijo con ella cuando pude, ése hubiera sido un lazo irrompible que me ataría a ella, quizás todo hubiera sido diferente.

Vi a Emma sentada en una banca con un vestido negro que le llegaba a las rodillas mientras abrazaba aferrándose a su bolso en la parte baja de su pecho.

Sus ojos se encontraron con los míos y no pude evitar que mi corazón palpitase a toda velocidad.

-Emma -me acerco y me siento a su lado -necesito hablar contigo.

-Es por eso que te pedí venir, yo también necesito hablar contigo.

Por un instante sólo la observé necesitaba estar seguro de que no era un sueño, un espejismo, o ilusión de mi mente. Estaba dispuesto a decirle que la amaba que ya no podía seguir viviendo sin ella a mi lado, las razones por las que me fuí, pero que lo único que he hecho desde que no estoy a su lado es pensar en ella. Que en ningún maldito segundo la pude sacar de mi mente y mi corazón.

La necesito para sentirme vivo, la quiero en el lugar que siempre debió estar: a mi lado hoy y siempre.

-Debería hablar yo primero -dice ella cuando yo quería comenzar.

-Si así tu lo quieres.

-Lo quiero.

-Te escucho entonces -le digo tranquilos.

Puedo esperar unos segundos.

-Me voy a casar.

¡Que!

Vuelve a enamorarme chica nerd #IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora