Capitulo 3

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Fumaba un cigarrillo. Hacía frío. Estaba en la entrada del departamento de T/N. Estaba loco por ella. ¿Que debía hacer ahora?

Quería besarla, quería abrazarla. Quería tener una vida con ella. Quería que fuera mía.

- Miren nada más. - se oyó una voz. - El fenómeno del Parque. ¿Dónde está la muñeca, fenómeno?

Intenté correr, pero era un corredor sin salida. Uno de ellos me tomó por sorpresa, agarrándome del cuello de la camisa, rompiéndola.

- ¿Te creíste muy hombre para contestarnos?

Me fueron empujando, hasta que el que había molestado a T/N me golpeó en el estómago, y me lanzó con todas su fuerzas al pavimento.

Sentí un fuerte dolor en las costillas y el hombro al rodar por la calle. Me había quemado con el pavimento.

Quedé allí tirado, no tenía fuerzas para ponerme de pie. Menos aún cuando los tres se acercaron y comenzaron a golpearme en el suelo.

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Salí del baño, y Arthur aún no regresaba. Apagué el agua que hervía. Sentí ruidos fuera, gritos, insultos. Me acerqué a la ventana. Arthur estaba en el medio de la calle, y lo estaban golpeando. Los mismos tipos del Parque.

No podía bajar gritando, pues podrían agarrarme. Tomé el teléfono y abrí la ventana, haciendo mi voz más grave.

- ¡Oigan, imbéciles, llamaré a la policía!

Ni siquiera se dieron vuelta a mirar quien gritaba. Salieron corriendo. Cuando los vi alejarse lo suficiente, bajé las escaleras a toda prisa. Ni siquiera cerré mi departamento.

Arthur seguía tirado, probablemente inconsciente. Corrí a él lo más rápido que pude.

- ¡Arthur! Por Dios, ¡Que pasó?

Me agache a su lado. Intentaba levantarse con mucha dificultad.

- T/N…
- Tranquilo. - dije, tomándolo por los brazos y poniéndolo de pie. Su ropa estaba rota, y manchada de barro. Tenía la camisa con manchas de sangre en el hombro, al igual que su rostro. Su cabello estaba sucio y despeinado.

Pasó su brazo sobre mis hombros, para sostenerse. Caminamos lentamente al elevador. Arthur comenzó a toser.

Llegamos al departamento, y entramos. Mientras yo cerraba la puerta con llave y seguro, él se sentó en el sofá.

- Estás muy golpeado. Te curaré. Quédate allí.

Me apuré en traer el botiquín de primeros auxilios. Arthur se tomaba la nariz. Su mano estaba llena de sangre.

- ¿En donde te duele?
- Las… las costillas.

Me acerqué a él, y desprendí su chaleco. La camisa blanca estaba roja en las costillas. Habían diversas salpicaduras de sangre en la espalda y el pecho.

- Por Dios santo, ¿Que te hicieron?
- Me lanzaron… al pavimento.
- Jesús… animales.

Desprendi los botones de su camisa. Su torso era mucho más delgado de lo que parecía. Los músculos y huesos se marcaban en la piel. Tenía algunas contusiones de ataques anteriores.

Él se cerró la camisa, y se cruzó de brazos, dándome la espalda.

- Me… me avergüenza… que me veas así…
Puse mi mano en su hombro, y lo hice voltear.
- Tranquilo, Art. Confía en mí.

Solté sus brazos, y pasé mis dedos por su abdomen, subiendo por su pecho y cuello. Mis manos rodearon su rostro. Me observó con sus ojos verdes, llenos de lágrimas. Estuvo a punto de reir.

- Siéntate. - sonreí, y pasé mi mano por su cabello. - Todo estará bien.

Él asintió, y se sentó, quitándose la camisa. La sangre caía en el sofá y el suelo. No me preocupaba, lo limpiaría después.

Su hombro y costillas estaban quemadas. Les faltaba parte de la piel. La carne estaba al rojo vivo. Tenía algunos cortes y raspones en el torso y la espalda, por ello la sangre. Y golpes. Muchos. Había sido un fuerte golpe.

Pero tenía otros golpes anteriores. Y eso me hizo ver cuánto sufría Arthur, y cuántas veces debieron golpearlo por diversión.
Llené un paño con alcohol.

- Estira el brazo. Te va a doler mucho.
Puse el paño rápidamente en sus costillas. Arthur se quejó, hundiendo sus dedos en el apoyabrazos y cerrando los ojos. Pude sentir su dolor.

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T/N comenzó a curar mis costillas, pasando el paño con alcohol en la herida delicadamente. Lo mismo con mi hombro, y mi rostro.

Yo me cambiaba el algodón de la nariz mientras ella curaba mi ceja. Mis músculos del ojo se contraían por el ardor del alcohol.

No tenía ganas de moverme. Sentía un gran dolor en todo el cuerpo. Pero ella me hacía sentir bien. Cuando pasó sus dedos por mi piel, sentí un intenso calor en mi cuerpo. Y al tomar mi rostro, quise besarla. No sabía si ella aceptaría el beso.

Acabó una hora mas tarde. Me observé el cuerpo. Había vendado mis heridas. Era un verdadero ángel. Cuándo me golpeaban, no me curaba. Solo me ponía una bolsa de hielo en donde me dolía. Pero ella me ayudaba. Ella era distinta. Una luz en la oscuridad de Gótica.

- T/N, yo… no se como… agradecerte.
- Arthur, es mi culpa. Lo siento. Ellos…
- Ellos son unos salvajes, T/N. Tu no hiciste nada.
- Ellos me provocaron. Tú no debiste responderles. ¿Crees que ya no me había sucedido?
- No tienen porque tratarte así. Esos imbéciles…
- No debiste defenderme, Art. Mira lo que te hicieron. Lo lamento mucho.

Comenzó a llorar, sentada a mi lado, tapándose el rostro con ambas manos. La observé. Pasé mi brazo sobre su hombro con dolor. Ella levantó su bello rostro, y me observó directo a los ojos. Dios, era hermosa.

Quería besarla. Pero el dolor me hizo torcer, y me tomé las costillas.

- Recuéstate en mi regazo. - susurró. - Puedes dormir aquí, si quieres.
- ¿Te quedarás conmigo?
- Claro. Tu relájate.

Me recosté sobre su regazo. Puso sus manos en mi cabello, y lo acarició largo rato. Se sentía muy bien.

Mi corazón se aceleró. Aún más cuando su mano bajó por mi cuello y se posó en el centro de mi pecho, como las veces que me había ayudado a pasar el ataque, y comenzó a dibujar círculos con sus dedos, tocando apenas los vellos.

- Eres un buen hombre, Arthur. Te mereces a alguien que te cuide.

Bajo su cabeza, y me dió un tierno beso en la mejilla. Fue largo. Seguia hablando. Intenté oirla.

Pero sus palabras se desvanecieron en un profundo sueño en el que me sumi por completo con sus caricias de fondo.

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Arthur se durmió. Su respiración se había calmado. No roncaba. Sólo inhalaba y exhalaba.

Aún asi, continúe acariciándolo. Su cabello, sucio. Su torso, antes lleno de sangre, ahora limpio y vendado. Se veía muy guapo mientras dormía.

Había llegado a la conclusión de que me estaba enamorando de él. Ya no sólo me gustaba. Lo amaba.

Recosté mi cabeza en el respaldo. Y me dormí.

Desperté un par de horas mas tarde. Arthur aún dormía profundamente.

Con dificultad, me levanté y recosté su cabeza en el sofá. Busqué una manta lo bastante gruesa para protegerlo del frío esa noche, y una almohada.

Tapé su delgado cuerpo, y le besé la frente, dejando su cabeza en la suave almohada.

- ¿T/N?…

Entre abrió los ojos, pero yo le acaricié el cabello.

- Duerme, Arthur. Duérmete. Todo está bien.

Siguió durmiendo. Yo fui a mi habitación, y me acosté. Puedo jurar que esperaba que ansiaba que Arthur viniera a mi habitación, y se acostara conmigo. Pero no sucedió. Y seguí durmiendo. Ya se daría la oportunidad. Lo presentía.

Asi es la vida: Arthur Fleck/Joker x Lectora (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora