Meses después.
Quizás, y solo quizás, había pasado mucho tiempo, bueno pues. . .dejé de contar los días desde que él se fue, ya nada me importa, ninguna otra cosa, son muy escasos los minutos que salgo de mi habitación para hacer algo o tomar agua. Y sí, tampoco he comido mucho.
Recuerdo oír a mis hermanos preguntarme cosas, pero ya ni les escucho, no porque yo no quiera, sino porque no puedo, no puedo ni levantarme de la cama, justo ahora estoy mirando al techo, pensando y pensando.
¿Porque tuvo que irse? Probablemente esté peor que yo en este momento, debe estar roto, después de todo casi siempre juegan con él, con sus sentimientos. Pude sentirlo en sus inseguridades, cada paso que daba, era cargado de mucho dolor y asfixia.
Intenté contactarlo, ir a su casa, la enorme casa que tanto odiaba y que solo fui para tomarme algunos tragos ese día en la fiesta. Resultó que también estaba de hermitaño como yo ahora, sus hijos me echaron después de un rato insistiendo en verlo.
Cada día es peor que el anterior, me falta su presencia en mi vida, siento que ya nadie podrá llenar ese vacío como él lo hacía, siento que perdí algo irremplazable, por una estupidez, por no haberlo conocido mejor, por guiarme de una mala idea de cruel venganza contra él.
Y fue muy tarde cuando intenté arreglar las cosas. Extraño su hermoso rostro, esas cincuenta estrellas permanecen grabadas en mí, extraño su sonrisa, sus ojos, su raro acento, lo extraño todo, el solo echo de recordarlo y recordar. . .que ya nunca volverá. . .me destruye por completo, siento náuseas y empiezo a llorar sin más.
Mis hermanos están preocupados por mi situación, he adelgazado, no salgo de mi cuarto, no hago nada prácticamente, solo mi cama es el único consuelo que me queda.
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- Odio verlo así, me enferma. - gruñía apretando los dientes, su sangre quemaba cuando veía a México en la misma posición que el día anterior, mirando al techo, boca arriba. - ¡Hay que hacer algo! - el chileno repetía, era su hermano el afectado en todo eso, al parecer el gringo era mucho más importante para México de lo que pensaba.
- No hay nada que podamos hacer. . .- suspiró Argentina, apoyándose en la puerta de su propio cuarto, había dejado de dormir con México, al menos por ese momento, para darle privacidad. - debemos darle su espacio.
- ¡¿Cuánto espacio más?! ¡Lleva meses allí dentro! ¡Parece un jodido muerto! - insistía el de parche de estrella, alterado a más no poder, Perú se acercó, colocándole una mano en el hombro como confort.
- Se que a todos os duele ver a Nueva España así, pero, Argentina tiene razón, no hay nada más que podamos hacer. . .- su padre también estaba ahí, no había querido entrar, para evitar el dolor de ver a su hijo tan devastado.
- A menos que. . .- interrumpió el discurso de su padre el descendiente Inca, dejando al chileno para bajar las escaleras.
Se escuchó un sonido de cosas cayendo en el almacén de la casa, sus hermanos se miraron extrañado, si tenía alguna sugerencia solo la habría dicho y ya.
Volvió, cargado de una sonrisa que le dió esperanza a sus hermanos, y de una guitarra, espera, ¿Una guitarra? Lucía vieja, con unas cuantas cuerdas rotas, pero aún parecía funcionar.
- Está es mi guitarra, no la uso mucho ahora pero, creo que podría servir para levantarle el ánimo. - sugirió poniéndose nervioso al ver a su padre arqueando una ceja. Tenían dudas.
- ¿Cómo es que una guitarra animará a México? - preguntó Colombia, al costado de Argentina, no entendiendo el mensaje, el de escudo de sol entendió perfectamente.
- Creo que podría funcionar. - asintió agarrando la guitarra, haría que México cantará con el alma, como solía hacerlo cuando eran unas colonias, siempre le subía el ánimo con sus tonadas maravillosas, que solo el mexicano sabía tocar.
.
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- Hermano, te traje el almuerzo. - si bien traía una bandeja entre sus manos, detrás de su espalda estaba la tan preciada guitarra de Perú. México ni se inmutó, no movió un solo músculo al escucharlo, estaba en esa posición, día y noche. Argentina entristeció por esto, y espero a que el plan funcionara, dejando la guitarra a un lado de este, muy visible a sus ojos. - Nos vemos, te quiero. - se despidió cerrando la puerta al salir.
El tricolor suspiró, debía levantarse a comer siquiera un poco, se sentó en la cama con dificultad, hace como diez horas que estaba en la misma posición, su espalda dolía y sus piernas estaban acalambradas.
Vió a no tan lejos, el plato con exquisita comida que hacía que su boca babease, ¿Porque? Digamos que no había probado bocado en dos días.
Pero no solo eso, había una linda guitarra marrón claro a su lado, «"hace tiempo que no toco la guitarra"» pensó con pena, mientras se levantaba tambaleante a agarrarla, se sentó en un mueble cercano, poniendo el instrumento en su regazo, agarrando con la mano izquierda los ajustes y con la derecha las cuerdas.
Empezó con una tonada sencilla, las mañanitas, en básico, no sonaba para nada mal, sonrió después de tanto tiempo, lo llevaba en la sangre, amaba la música.
Dejó la guitarra en paz, yéndose a mirar en el espejo su rostro sombrío y sin vida, sus ojeras oscuras que adornaban este, su labio partido por la sequedad. No era alguien de preocuparse mucho por su aspecto, pero ese sí que era un límite.
.
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- Venezuela, Perú. Saldré un rato a ver a mis hijos, no tardo. - mencionó, colocando la tira de la guitarra en su torso, cargando el instrumento en su espalda.
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ⒸⒶⓂⒷⒾⓄ (ᴍᴇxᴜsᴀ +①⑥)
RomanceMéxico cansado de los malos tratos de sus convivente USA y Canadá, decide que sería mejor vivir con los latinos. Pareja: -MexUsa ☘Come back to home, Metsicou☘ (☄️)