Capítulo 46: eligiendo anillos

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Una pareja caminaba dentro de la lujosa tienda, se cogían levemente de las manos, sus rostros se admiraban felices y animados, el rubor en sus mejillas reflejaba la felicidad de elegir sus primero anillos de compromiso.

Y unos metros más allá estaba la pareja norteamericana.

México estaba de cunclillas con el rostro muy pegado a la vitrina que contenía la mercancía de los anillos, sus ojos brillaban al mirar uno de ellos, con el símbolo Teotihuacana en medio, Estados Unidos miraba de lado a lado, avergonzado por el comportamiento infantil del contrario.

—— ¡Metsicou, stop! —— pedía tratando de despegar al moreno del vidrio, la gente que pasaba los empezaba a mirar raro, cabe decir que para el caucásico era muy importante su imagen en la sociedad.

El tricolor lo volteó a mirar enojado, el apodo le hacía recordar tiempos oscuros. Usa tragó saliva recordando que al menor no le gustaba que le diga así.

—— I'm sorry. —— Respondió quitando la mirada del contrario. El mismo suspiró pesadamente y se puso de pié, abrazando por los hombros al otro, pegándolo. —— W-what.

El mexicano sonrió, besando la mejilla de su pareja, dándole paso para que avanzara y siguiera mirando las posibles opciones de sus anillos.

La tarde transcurrió, el de franjas rojas seguía mirando en esas tiendas de alta categoría, probándose una y otra vez los anillos de oro o diamante, se notaba el perfeccionismo que le ponía a sus elecciones, quería que fuera único.

El tricolor se sentía como un chico acompañando su novia de compras, pero era comprensivo con él, le daba su opinión sobre lo que quería, y le repetía que estaría feliz con unos anillos humildes, que no era necesario algo extravagante, pero aún así su pareja insistía en querer comprar en Clemencia Peris. (Una marca lujosa)

Obviamente no tenía que preocuparse por el costo, el gringo siempre fue de los países que gastaban dinero hasta por las puras, dado que era una nación muy rica económicamente.

Pero si su novio era feliz con unos anillos caros, él también lo sería.

México.
——¡Garçons! (Chicos) —— giramos la mirada hacia la fémina que se acercaba a nosotros, arqueé una ceja viendo a Francia dando saltitos por los altos que eran sus tacones.

——Mom, what are you doing here? —— cuestionó saludando a su madre con dos beso en las mejillas, hice lo mismo por cortesía, y el echo de que era mi suegra claro.

—— Estaba comprando algunas cosas para su fiesta de compromiso y perdí la noción del tiempo. —— Dijo entre risas, levantando las cuatro bolsas de ropa de marca que cargaba, me ofrecí a cargar con una para aliviar su carga, recibiendo un “Uy, gracias”. ——Además quería entregar algo a la tienda.

Exclamó un poco más seria, y hasta podía decir que entristecida. Metió una de sus manos enguantadas a su bolsillo, sacando dos hermosos anillos de boda. El gringis los miró horrorizado.

—— This is... —— exclamó señalando la joyería en la palma de la francesa, ella asintió agarrando uno de ellos para mirarlo con tristeza en sus ojos.

—— UK me lo dió cuando pidió mi mano, hace ya siglos. Nunca olvidaré ese momento. —— Sus ojos se cristalizaron pero se limpió las cuencas antes de que cayeran por sus pómulos. —— Pero, bueno, que se va a hacer ¿no? ——Dijo manteniendo su sonrisa ante todo, se notaba a leguas que ella amaba a ese hombre, pero como en cualquier matrimonio la relación se puede desgastar.

Yo, quién hasta ahora había permanecido en silencio, abrí los brazos para recibir a una francesa en semi-llanto, acaricié su espalda para intentar calmarla e igualmente Usa ponía una mano en su hombro derecho, escuchando los débiles y casi inaudibles hipidos de la mujer siendo opacados por mi ropa.

Después de un tiempo de caminata y charla entre nosotros tres nos detuvimos cuando la limosina de la europea llegó. Antes de irse nos dedicó unas palabras que realmente acabaron con los restos de incomodidad que me quedaba al estar junto a la fémina.

——Miren, tengo entendido que sus padres están en contra de su relación, pero quiero que sepan que no necesitan su permiso para casarse, pero si de algo sirve yo estoy con ustedes, además el matrimonio entre países que están tan cerca tiene posibilidades de crear pequeños territorios, y yo quiero mis nietos. —— nuevamente el rostro Usa expresaba su vergüenza en su rubor exagerado, yo tan solo reí casi a carcajadas.

——Los tendrá suegris, en grandes cantidades. —— un golpe fue lo que recibí por mí comentario, me encogí ligeramente.

—— Nos vemos, guapos. —— se despidió antes de abrir la puerta del final del vehículo, Estados Unidos estuvo a punto de volver a golpearme fuertemente mientras yo me cubría el rostro. —— ¡Ah! Casi me olvido. —— dijo volviendo a nosotros, evitando que mi gringo llegara a golpearme para prestarle atención. ——Tomen, por alguna razón deseo que ustedes los tengan, no podría querer algo más. —— aclaró entregándoles los aros de los que antes estaban hablando, esas joyas que eran tan preciadas para la musa, pero a la vez su más grande carga.












—— ¿No crrrees que usar los anillos de tus suegros divorrciados sea una no muy buena idea? —— insinuó el ruso viendo como su amigo miraba fijamente el anillo en su dedo.

México le tapó la boca por decir eso, obviamente el más alto la lamió sin ninguna intención, tan solo de quitarla, el contrario la sacó con una mueca de asco en el rostro, para después limpiarsela en un mantel y dejarlo en su mismo lugar.

Estaban ambos en la sala de la casa del británico, o mejor dicho de toda la familia anglohablante, el lugar dónde harían la boda, y por lo tanto, el ensayo de ésta se haría ahí, los invitados, tales como los hermanos de los novios y casi todo el mundo, a excepción de algunos egocéntricos que se negaban a participar por ser enemigos declarados de la potencia americana, tal como lo era Irán, pero incluso Rusia había venido a pedido del tricolor, era su amigo el que se iba a casar después de todo, su rivalidad ideológica con el gringo era segundo tema.

¿Vas a venir o que, wey? — Preguntó al desinteresado euroasiático, quién se recargaba en un mueble, se levantó asintiendo, lo seguiría hasta la recepción o donde él quisiera llevarle. — Que no se te ocurra llevarte mal esta noche con mi gringo ah, no seas puto Rusia. — advirtió señalandolo con índice, el ruso fingió una sonrisa para darle un zape a su mano.

Una nueva forma de decir que ahora no había vuelta atrás, iniciaban los tres días antes de que el compromiso de los dos norteamericanos terminara y empezara un matrimonio oficial.

ⒸⒶⓂⒷⒾⓄ (ᴍᴇxᴜsᴀ +①⑥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora