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Even if a snake is not poisonous, It will always act as it carries venom In its fangs
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Muchos dicen que, al principio, sólo había humanos. Todas las historias comienzan así, con la humanidad y luego la monstruosidad. Tal vez, todo lo malo siempre derive de la monstruosidad que hay en estos. Durante milenios se contaron historias de hombres que se convierten en lobos a la luz de la luna llena, de personas con el poder de controlar la magia a su favor, de reptiles que surcan los cielos buscando tesoros y de seres muertos que caminan y viven como los vivos. A estos últimos se los bautizo con el nombre de vampiros y su origen tiene muchas versiones. La primera era la historia de una joven mujer en un hermoso matrimonio, pero en mitad de su tercer embarazo, su bebé murió dentro suyo por la maldición de una envidiosa bruja ante la belleza y la felicidad de la joven. La maldijo con que daría luz a un monstruo. La maldición mató al no nato niño, pero este siguió desarrollándose a base de alimentarse de la sangre de su madre; cuando la joven dio a luz se encontró con un bebé sin palpitaciones ni respiración, pero que se movía como un vivo. La leyenda cuenta que el niño era monstruosamente pálido, que no se veía reflejado en los espejos ni podía tocar el metal sagrado, la plata. El niño, cuyo nombre nadie recordó escribir, creció hasta la mayoría de edad y, sediento de odio, asesinó a su familia. El monstruo se dio a la fuga y caza de noche porque la pura luz del sol lastima su monstruosa piel. Allí comenzaban las advertencias a los niños, de no salir por las noches a menos que llevasen ajo consigo porque los vampiros son monstruos, y los monstruos solo atacan y lastiman.
