Mathew siempre supo que el orden de como los dioses se movían y sus prioridad debía cambiar, no cree que esta sea la mejor forma de hacerlo; su madre siempre le dijo que no sirve cambiar un dictador por otro para dejar que los de abajo dejen de sufrir.
El hijo de la encantadora activista por los derechos de las mujeres y la libertad de todo tipo, Mathew McRein, es también uno de los pocos hijos del dios del vino y la fertilidad griego, Dionisio. Mathew sabe que su padre se fijo en su madre por la alocada vida que llevaba, tragos de vodka todas las noches desde las seis y fiestas salvajes hasta el mediodía; eso era algo que atraía mucho a un dios que se caracteriza tanto por los excesos y por la locura. Su madre amaba pedir por los derechos de las mujeres, por sus libertades y organizar marchas tanto como amaba una buena botella y un buen compañero en la cama; su activismo era divino solamente en las tardes desde el mediodía hasta las cinco.
Muchos todavía se preguntan como es que ser madre se agrego a aquella lista interminable de cosas que Melissa debía hacer, ella respondía que con dedicación, todos los que la conocían sabían que sus padres estaban criando al niño. Fue mucho después de que la carrera de activista de Melissa comenzara a caer que todos se enteraron que hacía cuatro años que la mujer no visitaba a su hijo de siete años después de que sus abuelos pudiesen una perimetral después de que la policía lo encontrara sentado afuera de un bar donde ella y sus amigas estaban bebiendo. Una de las amigas de su madre fue la que intervino y lo llevó a su casa cuando vio que el niño seguía allí y ningún padre misterioso lo pasaba a buscar por allí como Melissa había asegurado que pasaría. Al final del día, Melissa terminó bebiendo solamente y con un nuevo hijo de Dionisio después de un par de años, pero esa es otra historia de la que Mathew se hizo cargo.