Capítulo 56: Profugo

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"¡Maestro!"

"¡Amo!"

La puerta de la habitación se abrió y detrás de esta, dos pequeñas figuras saltaron hacia mi cama.

"Uhgg... cuidado, aun no estoy del todo recuperado."

"¡Estábamos preocupadas!"

"¡Pensábamos que no volveríamos a verlo!"

Tanto Hana como Yuki empezaron a llorar mientras se aferraban a mi pecho.

"Me alegra ver que están bien."

"Duro mucho tiempo dormido."

"Los doctores no nos dejaban visitarlo."

Después de un tiempo, las niñas dejaron de llorar y se sentaron a mi lado. Ver que estaban a salvo me hacia sentir mejor, pero no tenia ni idea de como habían sobrevivido tanto tiempo, ¿les habrían estado dando comida gratuita en la posada?

"No se preocupen, nada puede conmigo."

"Nadie nos quería decir que estaba pasando realmente."

"Nos estaban tomando por tontas, pero sabíamos lo que estaba pasando." Dijo Hana mientras no paraba de analizar mi pecho, a pesar de que tuviera sus ojos cerrados debido a su ceguera, podía sentir su mirada penetrando mi interior.

"Uhg... ¿sucede algo Hana?"

"Energía impura... hay una gran cantidad de energía oscura en su interior." Mientras decía eso, Hana no paraba de seguir observando mi pecho.

Al parecer lo había notado, Hana tenia la gran capacidad de sentir la energía, no era raro que se hubiera dado cuenta de la maldición.

"Si, resulte mas dañado de lo que pensé. Por cierto, Hana, nunca he preguntado antes, pero ¿No quieres que intentemos hacer algo por tu ceguera?"

"Mi hermana...."

"No... creo que mi ceguera ha sido una bendición, ademas esa ha sido mi misión encomendada." Hana se encogió de hombros y empezó a jugar con sus dedos de una manera nerviosa.

"Espera, ¿misión?"

Las ultimas palabras las había apenas susurrado, por lo que no había escuchado con claridad, pero al seguir preguntando Hana solo dio evasivas.

"Como sea... creo que necesitare un tiempo de reposo."

"¿Nos podremos quedar con usted?"

"Probablemente, me encargare de eso con los doctores."

Las niñas asintieron con alegría, pero luego cambiaron sus expresiones drásticamente a una de incertidumbre.

"Eh, ¿que sucede?"

"Maestro, ¿por que aparece su rostro en varios carteles de la ciudad?" Dijo Yuki con una voz suave y curiosa. Al escuchar esas palabras, me congele y empece a pensar en lo peor, el momento que jamas había querido que llegara, llego. El momento en el que tendría que explicarle a las niñas el por que era perseguido por la ley.

"¿Carteles?"

"Si, hoy poco antes de que nos dejaran pasar, unos guardias llegaron a colocar unos carteles con su rostro en la recepción, dijeron algunas cosas y la recepcionista solo negó con la cabeza."

Al parecer la recepcionista había negado mi ubicación, quizá como favor por acabar con el Golem, aunque eso no duraría mucho. Tardarían poco en darse cuenta de mi ubicación.

Para ser sinceros se habían tardado bastante en cubrir esta ciudad, aunque lo hicieron en el peor momento de todos.

"Si, pude sentir como los caballeros no tenían buenas intenciones." Intervino Hana luego de estar fingiendo no escuchar mis preguntas anteriores.

"La verdad es que nunca les conté con lujo de detalle, pero gente mala me esta persiguiendo por algo que no cometí, y parece que me han encontrado. Por esta clase de situaciones, era la que no quería que vinieran conmigo." Aunque dijera eso, no podía evitar sentir que era algo tarde para tener esos remordimientos.

"¡No importa! Nosotros juramos viajar con el maestro pase lo que pase."

"Ademas, puedo notar como el amo no es una mala persona."

En el fondo me alegraba que tuvieran una confianza tan ciega en mi, pero en este momento por culpa de eso, las cosas eran mucho mas difíciles. Aunque de no ser por las niñas, y la relación aun no confirmada con la arma de luz, ya habría muerto tiempo atrás.

"Bien, en ese caso hagamos algo para salir de aquí."

"¡Si!"

"¡Seguiremos sus ordenes!"

Tenia que hacer un plan para poder escapar con las niñas de este lugar, pero antes que nada necesitaba poner todo en orden.

Para mi buena suerte, todas y cada una de mis pertenencias estaban en mi habitación, ademas de que ninguna había sido revisada.

Por lo que me coloque mi capa, amarre la vaina de la espada a mi cintura y finalmente me colgué la mochila.

Durante toda mi conversación con el doctor y las niñas, ya se había pasado el día volando, faltaba poco para el anochecer. Por lo que para hacer tiempo, mande a las niñas a cenar algo, con la instrucción de que una vez que terminaran, no volvieran a mi habitación. Me esperarían en los callejones traseros de la posada.

Finalmente se había dado el anochecer y después de verificar que no hubiera moros en la costa, tome todas las sabanas de la cama y las ate a la base de esta, para luego tirarlas por la venta, de ese modo la podría usar para bajar. Ya que me encontraba en un segundo piso.

Usualmente podría haber saltado y aterrizar en el piso sin problemas, pero mi estado era deplorable. Mi cuerpo dolía y era difícil moverlo, pero la alegría de las niñas me había hecho sentir mejor.

"Aquí vamos, deben estar esperándome."

Tomándome de las sabanas, empece a deslizarme por debajo de la ventana, pero a mitad del camino perdí la fuerza del agarre y caí directo al suelo.

"Uhgg..."

Me retorcí del dolor en el suelo durante un rato, sin embargo intente hacer el menor ruido posible.

Lo poco que me había recuperado se vio tirado a la basura en esa caída. Al parecer se necesitaba mas fuerza de la que tenia para deslizarme por las sabanas como en el rapel.

"No puedo... caer aquí."

Con fuerza y apretando mis costillas, pude levantarme y caminar lentamente hasta el final del callejón, pero antes de llegar a la calle principal.

"¡Lo hemos encontrado!"

"¡Esta siendo hospedado en esa posada!"

"¡Por ensuciar el nombre de la corona!"

Un grupo de caballeros que se encontraban en la plaza principal empezaron a gritar cosas sin sentido mientras se dirigían a la posada con rapidez. No era difícil deducir que iban por mi, por lo que tenia que darme prisa en huir.

Había hecho bien en precipitarme con mi escape.

"Uhgg.. uff..."

Sosteniéndome de las paredes y evitando que alguien me viera, llegue hasta otro callejón donde estaban las niñas esperando.

"¡Maestro!"

"¡Finalmente llega!"

"¡Shh!" Con mi mano les hice un gesto de guardaran silencio, no quería que nadie nos descubriera. A lo cual las niñas parecieron entender rápidamente.

"¿Nos vamos?"

"Si."

"Es hora de empezar otra aventura."

Con un gesto de victoria y mofa en nuestros rostros, empezamos a caminar hacia las afueras de la ciudad evitando que cualquiera pudiera vernos.

"Nunca me atraparan con vida." O al menos no otra vez.

Héroe de otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora