Capítulo 30: Ataque a la villa.

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 En este momento cuánto daría para poder tener un celular con conexión a internet y escuchar algo de música. Realmente nunca me había quejado de no contar con tecnología en este mundo, pero parecía por fin estar empezando a necesitarla.

Luego de unas dos largas semanas de entrenamiento, estaba totalmente recuperado. Creo que jamás había estado en mejor estado.

Mi magia al nivel más alto hasta el día de hoy, al igual que mi agilidad y habilidades con la espada. Definitivamente podría valer melas solo en este mundo.

Tenía que ponerme en marcha y encontrar a esa tal proclamada diosa, pero para mi suerte no había recibido ninguna pista. Quizá ir algún lugar donde la religión fuera muy fuerte era buena idea, pero por otro lado podría estar lleno de guardias.

De momento me dirigiría al norte, sin embargo quería hacer una última parada en el pueblo para ver cómo se las habían valido. Así que antes de desmontar mi campamento improvisado, fui al pueblo.

"Si que han progresado."

El pueblo ya tenía algunas casas ligeramente reconstruidas, habían algunos establos con animales y varios campos de cultivos llenos de alimento. Si que se veía en un estado mucho mejor a como lo vi por primera vez.

Decidí acercarme al centro del pueblo, donde había una pequeña bandera blanca colgada.

"¡Miren quien llego!"

"¡Vamos a saludar!"

Mi presencia no tardó mucho en hacerse notar, puesto que en cuestión de segundos, la gente del pueblo estaba saludándome.

"¡¿Que no tienen otras cosas que hacer?!"

Me molestaba que le dieran tanta importancia a mi presencia, era mi culpa que ellos estuvieran en ese estado. No soportaba la idea de ser agradecido por arreglar a medias un error que yo cometí.

A pesar de que les gritara, todos seguían a mi alrededor.

"¡Ah! ¡No me importa que les suceda! Solo vine a despedirme."

"....."

Finalmente la multitud parecía haberse callado un poco.

"¿Dónde está el anciano?"

"Esta en la casa principal."

Uno de los hombres se dignó a contestarme.

"Bien, iré a verlo."

Me dirigí a la casa del anciano y entre hasta la sala donde acostumbraba beber te, para este punto ya no me importaba entrar de ese modo.

"Ah chico, eres tu, ¿Que te trae por aquí?"

"Solo venia a despedirme, me voy de estas tierras."

"Ya veo... entonces déjame servirte un poco de té a modo de despedida."

No quería aceptar ningún gesto amable, pero no me moriría por aceptar un te.

"¡Señor! ¡Es usted!"

"Eres tu... niño."

El primer niño que salve, entró a la habitación y parecía estar conteniendo su felicidad al verme.

"¿Qué sucede?"

"El chico se va, solo vino aquí a despedirse."

"¡No puede ser! ¡No se vaya señor!"

El chico empezó a abrazarme y aferrarse a mi, solo podría contenerme por unos segundos antes de quitarmelo a la fuerza.

"¡Basta!"

Héroe de otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora