cap 16

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El reflejo de una chica de 15 años, con ojeras y cabello revuelto frente al espejo de su tocador. Esta chica hab>a tenido mejores días antes.

Marinette se volvío a recordar como había empezado todo.

La fiesta de los magos, el hecho que descubrío que los hijos de esa familia sabían de ella desde hace años, que tenía magia en ella y que había hecho florecer las flores de la creación que eran un presagio del fin del mundo.

"¡algo más me falta!" Se dijo Marinette en su mente a punto de explotar. Solo había pasado dos días de aquello ya hora tenía que asimilarlo todo.

Suspiró cansada y con su mano derecha, pasó sus dedos por su cabello enredado.

Los gemelos le dijieron claramente que tenía que volver a visitarlos en unos días o ellos irían personalmente a sacarla a patadas o con hechizos de la casa.

A pesar de que la magia era algo presente en su día a día, ahora podía tomarla en serio.

Diablos, ¿cómo se había metido en esto?, era estupido.

Solo era una niña, ni siquiera había vivido lo suficiente para tener una responsabilidad tan grande. Ahora tenía que enfrentar esto, sintiendose tan pequeña e impotente. Por no decir...inutil en este mundo que ahora se mostraba como tal.

Cerró sus puños con fuerza, una lagrimas brotarón y salí una pequeña voz de ella pidiendo paz.

Aflojó sus fuerzas,tembló un poco pero fue relajandose, se miró nuevamente al espejo. No le gustaba como se veía en ese estado, tomó su cepillo para el cabello y comenzó con pequeño mechon de cabello, suavemente tratando de arreglarlo.

Después de quedarse dormida en la fiesta, despertó en su casa, en su cama, pensando que había sido un loco sueño de su mente. Más su sorpresa al darse cuenta de que seguía usanfo el vestido de la fiesta, una nota de los hermanos Selwyn y su sello personal.

"Maldita sea" dijo rompiendo en llanto. Todo había sido real. Temblamdo de miedo y ahogando llantos en su almohada.

Aparte las noticias en el radio, periodico anunciando el hecho de que en la fiesta de los Selwyn hizó aparición un cambiaformas que puso alerta en Paris. La magia estaba tomando relevancia, en un mal momento para Marinette en el que ahora ella se daba cuenta de que era parte de esto.

Terminó de arreglar su cabello, más bonito y limpio ahora. Pero algo faltaba, Marinette jugó con su cabello, tomandolo entre sus dedos, necesitaba un cambio.

Tomó las tijeras de su estuche de cosura, se tomó el primer mechon ce cabello de la parte derecha, acercó las tijeras decidida. Se miró por ultima vez en el espejo, seguía siendo una niña, pero tomó valor y soltó aire desde su interior de forma tranquila.

Cerró las tijeras, de cierta mamera siento como algo se desprendía de ella, se sintío mejor. Tomó otro respiro y continuó con el siguiente mechon. En silencio, tomando su tiempo. El sonido de las tijeras cortando algo que no era tela sino sus jebras de cabello que había mantenido con ella por largo tiempo.

El ultimo mechon cayó junto con el montón de cabello azúl ahora en el suejo, exparcido y revuelto. Marinette levató la vista, ahí estaba ella, una niña de 14 años con magia en sus venas. Seguramente venida de alguna historia familiar que ella aun desconocía. Su arból era complicado de describir.

El cabello corto, rozando sus hombros, podría peinarlo mejor y no perder tanto tiempo en arreglarlo como antes, al final de cuentas, solo terminaba haciendose dos coletas.

Se sentía mejor ahora.

Cerró los ojos, respirando y concentrandose o no pensando en nada, por extraño qie parezca, y aunque lo había hecho antes, podía sentir la magia fluyendo en su cuerpo,  en sus venas, en sus musculos y en las hebras recíen cortadas. Desde ese día podía sentir el flujo de magia en ella si se escuchaba a ella misma.

Sonrío ante este hecho.

-¡Marinette, al escuela, se te hace tarde!- grito Sabine, su madre desde abajo.

-¡l-lo siento, ya bajo!- grito Marinette saliendo de ese estado preocupada. Mkró el reloj, faltaban 10 minutos para cerrar la puerta.

-¡voy tarde!- grito y tomó sus cosas a la velocidad que sus pies pudieron, se tropezó con sus propios pies por la prisa. Sabine y Tom escucharón un golpe arriba alertandolos.

Marinette se sobó las rodillas y volvío a levantarse y salir de su habitación sin quejarse. Reprimío los quejidos de dolor y se alegro de var a sus padres, ellos le preguntaron si todo estaba bien y ella les aseguró que solo se había tropezado pero nada aparte de eso. Sabien y Tom eran consientes de que su hija era un poco torpe, pero de buen corazón. Como Sabine recordaba a Tom cuando lo conocío y en sus primeras citas.

Marinette abrazó a sus padres y se despidío de ellos con cariño, salío corriendo de su hogar dejando a sus padres solos.

-¿viste su nuevo corte de cabello?- preguntó Tom curioso. El corte Se le veía lindo a su hija.

-si, le queda bien el cambio, se esta volviendo una señorita- dijo Sabine en una sonrisa maternal.

Fuera de la casa, en las paredes, estaba floreciendo una flor muy peculiar, una blanca con el centro rosa brillante. El tallo y las raíces venían del cuarto de Marinette, este había recíen nacido de la magia expuldada de un suspiro hace unos momentos. La flor saludo al sol,  el viento la movío un poco cuando una brisa paso. La flor terminó de abrirse luciendo su hermosa magia al mundo que estaba esperando un cambio.

El bestiario una bruja en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora