cap 3

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Marinette terminaba su rutina diaria de areglarse frente al espejo. Aunque, siendo sincera, no tenía mucho que ponerse siendo solo una chica que recién había cumplido los 14.

Solo se aseguraba de areglarse el cabello y quizas ponerse brillo en los labios. Mirandose frente al espejo como cada mañana, pero siempre sentía que algo le faltaba.

Portaba un bonito vestido azul oscuro que llegaba hasta sus rodillas, un ligero sueter de color blanco con estampado de flores. Sus zapatillas negras que ella misma boleó la noche anterior. Su bolsillo donde guardaba sus pertenencias y lo llevaba a todas partes. Todo estaba bien, se veía bien pero sentía que faltaba algo.

Quizas...un poco de flores perfumadas le ayuden a su apariencia.

Marinette se acercó a su ventana donde tenía macetas con flores que ella misma había plantado. Pero solo había un problema, ninguna de las flores había florecido aun.
La peliazul pensó que esto era debido por que aun no maduraban lo suficiente. Cuidar plantas llevaba su tiempo pero Marinette no quería salir de su hogar sin hacer algo primero.

Apartó una de las macetas de la ventana, alejandose de esta y de cualquier abertura hacía el exterior.
Cuando estuvo segura de que nadie la veía, una de sus manos empezó a jugar con las hojas de la planta. Marinette empezó a susurrar palabras con un tono dulce pero apenas audibles.

Una canción, un canto de amor.

Flores comenzarón a brotar de los tallos verdes que hace unos momentos estaban desnudos. Las flores se abrierón dejando ver petalos de un color rojo carmín y un olor dulce llego a la nariz de Marinette.

-perfecto- dijo la peliazul dejando de cantar, colocó la maceta en su lugar y arrancó un par de flores recíen nacidas. En su tocador tomó un rociador que contenía otros liquidos que olian bien, machacó las flores entre sus dedos para introducirlas al recipiente.

Se roció con el perfume que acaba de crear y esperaba llamar la atención de un chico en particular. Aquel que la hacía ponerse nerviosa pero deseaba estar a su lado.

El joven que había robado su corazón, Adrien Agreste.

-Marinette, baja o se te hara tarde para la escuela- gritó su mamá desde el piso de abajo. Marinette se dió cuenta al mirar al reloj que denuevo, había fantaseado con Adrien y por lo tanto, se le había hecho tarde.

-¡Ay no!- gritó Marinette tomando su mochiña y bajando las escaleras a toda velocidad. Su madre cocinaba el resto del pan para el negocio, dandose cuenta de lo tarde que se le había hecho a su hija.

-¿segura de que llegaras a la escuela?- preguntó Sabine comocando el pan en una canasta.

-¡si!, por supuesto- Marinette le dió un beso en la mejilla a su madre y esta le entregó una canasta de pan.

-se lo entregarías a tu padre, necesitaba una orden de pan para esta tarde- Marinette asintió con gusto, Sabine le dió un beso en la frente y agradeció tener una hija tan buena como Marinette.

La peliazul bajo corriendo las escaleras hasta la panaderia de su padre, el olor era siempre el mismo desde que era una bebe. Pan y galletas recién horneadas listas para comer.

-hola papá- dijo Marinette saludando a Tom. Este se encontraba decorando unas galletas con la forma de estrellas.

-buenos dias Marinette, ¿se te hizó tarde para la escuela?- su padre le dío un beso en la mejilla y Marinette explicó que se había quedado dormida (era mejor que decir que se estaba areglando para el chico que le gusta o peor aun, que estuviera usando sus poderes).

Salió del negocio corriendo a su escuela. Tenía cuidado de no tropezarse y no caer al suelo. Ya le había pasado un par de veces que llegaba a la escuela hecha un desastre.

El bestiario una bruja en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora