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Me detuve frente a la puerta del departamento de Milo y toque la puerta 3 veces. Espere unos minutos y de esta apareció Milo con una sonrisa radiante, su pelo negro azabache, peinado de forma despeinada, traía una camisa blanca arremangada hasta los codos, unos vaqueros negros y unos zapatos negros también, traía puesto un delantal de cocina y en su mano derecha una cuchara de madera.
-Hola-dijo y me dejo entrar.
-¿Qué haces?-pregunte viendo algunas manchas de salsa en su delantal color rojo.
-Cocino-dijo moviendo un poco la cuchara de madrera-¿Quieres ayudarme?-preguntó. Hice una mueca con la mano pero después acepte.
-Claro-dije y me saque mi morral y mi chaqueta y la deje en el sillón.
-¿Que preparas?-pregunte poniéndome el delantal negro que Milo me presto para no manchar mi ropa.
-Spaghetti-dijo con una sonrisa rara que hizo que me riera.
-¿Sabe cocinar?-pregunte lavando mi manos.
-Algo, no me gusta mucho la cocina pero me gusta que todo esté bien preparado, creo que soy algo ordenado, en todo-
-Bien ¿Qué hago ahora?-pregunte secando mis manos.
-Ven y comienza a picar este tomate-dijo y me entrego un cuchillo y el tomate. -Okey-dije y me acerque a la alacena y comencé a picar el tomate.
Jamás había cocinado, era un desastre en la cocina, no servía ni para hacer un huevo frito, menos voy a servir para cortar un tomate. Comencé a cortar, le estaba llevando la mano a esto de cortar, creo que voy a aprender más de esto.
-Profesor de Literatura y Chef además-dije mientras el profesor mezclaba la salsa que había en una ollita.
-No me creo un chef-dijo y giro la cabeza para mirarme pero sus ojos se centraron en el tomate que estaba picando-¿Que estás haciendo?-pregunto aguantando la risa.
Mire el tomate y vi el desastre que había hecho, la pobre fruta estaba echa puré, deje el cuchillo justo al lado del tomate algo enojada y dije.
-Soy una inútil hasta para cortar un tomate-limpie mis manos y me cruce de brazos.
-No eres inútil, solo te falta algo de practica ven aquí-dijo y yo vacile pero me acerque. -Toma esto-dijo y me entrego el cuchillo, lo tomo y me puse frente a la alacena de nuevo.
Agarre otro tomate y comencé a cortar nuevamente, pero en eso siento que alguien me respiraba por atrás de mi nuca y que unas manos tibias se posaban sobre las mías. Mi piel se erizo y mi respiración se detuvo, gire un poquito la cabeza solo para ver el hermoso rostro de Milo cerca de mi hombro, trague saliva y trate de tranquilizarme, mi respiración volvió, pero ya no era normal, era algo agitado. Milo levanto mi mano un poco y corto un trozo de tomate, después volvió a hacer el mismo acto varias veces hasta que el tomate estaba bien cortado en rodajas.
-Listo-dijo Milo en mi oreja, me gire solo para que nuestros rostros quedaran a escasos centímetros y nuestras respiraciones se mezclaran.
Trague saliva y mordí ligeramente mi labio inferior, el con la mirada me recorrió el rostro, primero mis ojos, después mi nariz y termino en mis labios. Dios, sus labios, eso labios rojos, carnosos y sumamente besables estaban casi a milímetros de los míos, Dios solo un empujoncito y los rozaría, estaba por hacerlo, sería un suicidio pero que más daba, estaba por hacerlo estaba decidida pero en eso una extraña alarma suena asiendo que volvamos a la realidad y nos separaremos bruscamente. Aclare mi garganta y dije para librarme de la situación.
-¿El baño?-
-Al final del living-dijo tragando saliva y volviendo a la salsa.
Sin mirarlo salí de la cocina y me dirigí al baño, entre y cerré la puerta con seguro, Dios, ¿que acababa de ocurrir? ¿Qué carajos fue eso? se sentía tan bien tenerlo tan cerca, su olor era algo exquisito, Dios estaba caliente como una olla. (En el buen sentido no en el malo xD)
Abrí el grifo de agua fría y moje un poco mis antebrazos eso me relajaba mucho. Baje la tapa del retrete y me senté en este, apoye mis codos en mis rodillas y mi cara en mis manos, Dios ahora no podía pensar en nada, mi cabeza daba vuelta y no pensaba con claridad. Estuve en esa posición por un rato algo largo hasta que escuche algo en la puerta.
-¿____ te encuentras bien?-pregunto Milo atrás de la puerta, me levante de un salto y conteste sin acercarme a la puerta.
-Emm si, ya salgo-dije.
-Okey-dijo y después escuche pasos alejarse.
Respire hondo, me acerque la lavabo y abrí el grifo nuevamente, me moje como la última vez y después me seque con la toalla que estaba hay. Respire hondo una vez más y luego salí del baño. La mesita del living estaba ya puesta con vasos, servilletas de papel y cubiertos.
-Hay estas-dijo Milo saliendo de la cocina con dos platos en cada una de sus manos, se acercó a la mesita y deposito los platos allí-Ven a comer-me dijo, me acerque despacio y me senté en el sillón, el al lado mío.
La comida fue algo silencioso, algunas veces lo cachaba mirándome pero rápidamente desviaba la vista, termine de comer y deje el plato en la mesita y me limpie con la servilleta.
-Gracias por la cena, estuvo deliciosa-dije sonreí.
Este se llevó un poco de Spaghetti a la boca manchándose la comisura de los labios. No pude evitar soltar una pequeña risita.
-¿Qué?-pregunto
-Solo...es que...tiene salsa en el labio-dije y toque mi labio señalándole el lugar.
Lo que ocurrió fue un impulso, no sabía por qué lo había hecho, no pensaba en eso momento solo me quede mirando sus labios y lo deseable que se veían cubiertos de salsa. Me acerque a él y lamí la salsa que estaba en su labio, pero rápidamente me lleve una mano a la boca, como cayendo en lo que acababa de hacer, él tenía los ojos bien abiertos sin pronunciar palabra.
-Dios....yo...yo lo siento-dije casi en un susurro, Dios mi mejillas tomaron color ¿que acababa de hacer? ¿Por qué lo hice? Dios esto no estaba para nada bien.-Creo que mejor me voy-dije
Sin mirarlo a los ojos me levante del sillón tome mi chaqueta y mi morral y camine a la puerta pero cuando estaba por tocar el picaporte, Milo me agarro del brazo y me giro haciendo que mi cuerpo quedara pegado al de él, coloco una mano en mi cintura y la otra en mi nuca y planto sus labios sobre los míos.
Dios, ese sabor dulce de sus labios me estaba cautivando, me encantaba como nuestros labios se hacían uno, como nuestras lenguas bailaban una bella melodía que solo ellos oían, Dios, llámenme tonta pero sus labios eran el mismísimo paraíso.
Coloque ambas manos sobre sus rostro atrayéndolo más a mí, tambaleándonos Milo nos dirigió al sillón, nuevamente por falta de aire nos separamos pero al instante volvimos a juntar nuestros labios, Milo me acostó con cuidado en el sillón, el arriba de mí, aunque estaba con ropa, aun podía sentir lo caliente que estaba el.

Mi alumna favorita, (Milo Manheim y tu ) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora