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La mano de Milo estaba en mi nuca, nuestros labios juntos, nuestras lenguas rozaban de una manera exquisita. Mis dedos estaban entrelazándose con su cabello, Dios, era suave y olía muy bien. Milo comenzó a bajar su mano, paso por mis costillas y se detuvo en mi cadera, la apretó un poco con fuerza, asiéndome subir un poco más para que su cuerpo se acomodara mejor arriba mío, abrí mis ojos ya que estaban cerrados.
-Milo-dije aun con sus labios sobre los míos.-Milo-volví a repetir.
-¿Qué?-pregunto en susurro sin despegar su boca de la mía, Dios sus labios eran tan adictivos y sabían tan bien.
-Debemos parar-dije y Milo se alejó de mi para mirarme a los ojos, si lo amaba, eran tan lindo y sabía que si lo hacíamos ahora el me cuidaría pero no podía, no estaba preparada, todo ocurrió tan rápido y deprisa que no me esperaba nada de esto, aunque yo lo empecé.
-Claro, perdón-dijo y se levantó de mi cuerpo.
-No, espera-dije y lo agarre de la nuca para que se acercara a mi cara, nuestras frentes quedaron juntas y nuestras miradas se conectaron.-Muero por hacerlo contigo pero es que no estoy preparada...al menos no ahora-dije y agache la mirada.
Hey-dijo y agarro mi mentón y levanto mi rostro para que lo mirara directamente a los ojos.-No quiero obligarte a nada, si no estás preparada lo entenderé, no quiero que creas que solo quiero estar contigo por sexo, no, yo quiero...quiero algo serio contigo ¿tú quieres?-pregunto mirándome fijo a los ojos y tragando saliva algo nervioso.
Mordí mi labio ligeramente, me acerque el, con mis brazos rodee su cuello y le plante un beso, haciendo que el caiga para atrás apoyando su espalda en la base del sillón, me separe de él y apoye mi frente en la suya.
-¿Eso responde tu pregunta?-pregunte con los ojos cerrados.
Escuche la melodiosa risa de Milo y sentí como me abrazaba con fuerza, por Dios esto era tan irreal, todavía no caía en la cuenta de lo que ocurría, abrí mis ojos y bese los labios de Milo con pasión. Los minutos pasaron y estábamos los dos recostados en el sillón, mi cabeza reposaba en su pecho y el mentón de él estaba apoyado en la coronilla de mi cabeza, Dios el olor a su perfume se filtraba por mi nariz erizando mi piel. Mis ojos comenzaban a cerrarse, pero rápidamente los abrí.
-¿Qué hora es?-pregunte sentándome en el sillón.
-Las 21:30 pm -dijo Milo mirando su reloj de pulsera.
-Dios, es tarde debo irme-dije levantándome del sillón, agarre mi chaqueta y me la puse.
-¿Quieres que te acompañe?-pregunto Milo parándose del sillón y caminando en mi dirección.
-No, tranquilo tomare una taxi-agarre mi morral y abrí la puerta, y me detuve en el marco de esta.
-¿Segura? ya es tarde y no quiero que te suceda nada-dijo y me abrazo por la cintura acercándome a él. Sonreí.
-Si segura, tomare un taxi acá afuera, además no podemos dejar que nos vean juntos, eres mi maestro-dije y Milo hizo una mueca con la boca.
-Cierto-dijo y apoyo su frente en la mía.
-Mañana vendré y hablamos de eso ¿sí?-pregunte cerca de sus labios.
-Si-dijo con una sonrisa y se acercó más a mí para que nuestros labios al fin se unieran.
Por falta de aire nos separamos, le sonreí y me solté de su agarre, camine por el pasillo, pero volví y me colgué de su cuello para besarlo nuevamente, este me abrazo por la cintura y me elevo un poco del suelo.
-Ahora sí, adiós-dije y le di un rápido beso después volví a caminar por el pasillo ya para irme a casa.
(...) Entre a casa y cerré la puerta atrás mío y me apoye en esta, Dios el sabor de los labios de Milo seguían en mis labios, fue tan hermoso lo que paso, tan irreal, tan...
-¿En qué piensa señorita?-pregunto Mika al lado mío, sacándome de mis pensamientos.
-Nada, Mika, nada-dije con una pequeña sonrisa caminando a las escaleras para subir a mi habitación. -¿La paso bien esta noche?-pregunto, me gire para verla y con una sonrisa enorme en mi rostro conteste. -La mejor Mika-dije y subí trotando las escaleras a mi cuarto.
Entre, deje mi chaqueta y mi morral en el suelo y me dirigí a mi librero, de allí agarre mi osito de peluche que mi madre me había regalado cuando tenía 8 años, fue el mejor regalo que me había dado en la vida, me acosté en mi cama, mirando el techo, abrazando mi osito "Ziam" ese nombre le había puesto, no sabía de donde había sacado ese nombre pero me gusto y por eso le puse así, sentía un extraño dolor en pecho, era algo combinado entre alegría y tristeza. Dios esto estaba ocurriendo, era verdad todo lo que paso o solo fue un hermoso sueño. Me acosté en forma fetal y cerré mis ojos fuerte, abrazando a Ziam fuerte sobre mi pecho.
-Dios, que no sea un sueño-pedí antes de quedar profundamente dormida.

Mi alumna favorita, (Milo Manheim y tu ) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora