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Después de la charla, por así decirlo, de Milo y yo, no lo volví a ver en todo lo que falto de hora de salida, por suerte, ya que no quería cruzármelo, la palma me dolía un poco pero no iba a aflojar, estaba enojada con él y encima sumarle a eso un amenaza ¿de verdad? aun no sabía que iba a hacer si ir o no, mi cabeza estaba confundida.
Apenas toco el timbre de salida, me tome un taxi y llegue a casa.
Cuando entre subí a trotes a mi cuarto y me cambie de ropa, algo abrigado ya que estaba algo fresco, una remera de tirantes con un suéter azul marino arriba y unos vaqueros negros con mis convers azules.
Me ate el cabello con una cola alta dejando unos pelos sueltos caer sobre mi cara.
Baje a la cocina, mi panza rugía y como no si lo único que consumí esta mañana fue café, pero ahora tenía hambre en exceso, mucha.
Entre a la cocina y me dirigí directo al refrigerador, lo abrí y comencé a sacar un montón de cosas, mayonesa, mostaza, jugo, toda clase de fiambres, después cerré el refrigerador y abrí el estante, de allí saque el pan lactal, un plato y un vaso, puse todo en la mesada y me senté en un banco frente a toda la comida.
Saque dos rebanadas de panes y lo puse en el plato.
Me sentía algo mareada y mi panza aun rugía.
-Cállate-gruñí a mi panza y esta como asiéndome burla lo hizo más fuerte. Comencé a prepararme un emparedado, tenia de todo y le ponía de todo. Después cuando al fin termine, lo aplaste un poco con mi mano y lo comí.

Mientras comía miraba cada dos segundos al reloj que estaba en la puerta de entrada de la cocina, este marcaba las 14:45 pm, en aproximadamente 15 minutos debía verme con Milo, cara a cara peor ¿qué hacer? no quería ir, pero a la vez sí, no quería verlo a los ojos, no podía mejor dicho, Dios esto me estaba matando.
-Señorita ¿está bien?-pregunto Mika al lado mío asustándome. Del susto solté el emparedado y este callo en el suelo. -Diablos-murmuré levantándome de la silla.
-Lo siento tanto señorita-dijo ella apenada.
-Tranquila Mika no fue nada, ahora lo limpio-dije mientras me agachaba a recogerlo. -No, déjelo ahí yo ya lo limpio-dijo ella.
-¿Segura?-pregunte poniéndome de pie.
-Sí, es mi trabajo-dijo y sonrió a medias.
-Está bien-dije.
Salí de la cocina, aún tenía hambre, sentía un fuerte olor a limón, como a limpiador de limón pero no le di importancia y subí a mi cuarto.
(...)
Eran las 15:15 pm y yo como tal tarada estaba parada en frente a la puerta del departamento de Milo, aún no había tocado la puerta no quería hacerlo, no quería enfrentarme a él, no.
La puerta del departamento de Milo se abrió y cuando él me vio se quedó quieto, tenía una chaqueta de cuero y las llaves de su auto en la mano izquierda ¿iba a ir a mi casa?
-Viniste-dijo en un susurro.
-Solamente para que no vayas a mi casa y para no tener que darle una explicación a mi madre de por qué mi profesor de Literatura estaba en mi casa queriendo hablar conmigo-dije fría y el sonrió a medias.
-Pasa-pidió corriéndose de la puerta, trague saliva y pase.
No me saque la campera, ni el morral, no me iba a quedar mucho tiempo, bueno eso era lo que pensaba yo.
Camine directo al sillón (el de uno) y me senté ahí con mi morral en mi regazo.
Mira por la ventana, el cielo estaba algo nublado el sol era tapado por las nubes, esas feas y grises que casi todos odian.
Milo se sentó en el sillón del frente (el más grande) y poso sus codos en sus rodillas. Se me quedo mirando como contemplándome.
Como ninguno de los dos hablaba pensé que teníamos que terminar con todo esto. -¿Y tu novia?-pregunte fría mirándolo a los ojos

-Esta frente mío-respondió.
Mire por sobre mi hombro, sabía perfectamente que hablaba de mi pero si creía que con eso me iba a recuperar estaba muy equivocado.
-No la veo-dije fría.
El agacho la cabeza y sonrió un poco.
-Enserio, donde esta Pe...¿Meg?-pregunte confusa por el nombre de la chica.
-Si Meg-dijo respondiéndome a la primera pregunta-La eche-dijo firme.
-Wow que lindo tratas a tus novias, primero las usas, les dices un par de mentiras y después ¡chau!, la tiras peor que papel usado-dije con ironía.
-Ella no es mi novia-dijo algo alterado.
-Está bien, sabes, no me tienes que dar explicaciones, nunca las pedí-dije y trate de levantarme pero el llego primero y se arrodillo frente mío haciendo que permaneciera sentada.
-Suéltame-gruñí mirándolo a los ojos, tenía los ojos cristalinos, como si estuviera a punto de llorar, igual que los míos.
-No te soltare hasta que me escuches-dijo, lo mire y entrecerré los ojos furiosa. Trate de sacar mis muñecas de sus manos pero me lo impidió apretándolas mas. -Está bien-me rendí sabiendo que él no iba a ceder-Habla-
-El día que viniste por primera vez, ella llego a la noche, entro a este departamento y saco todas sus cosas solamente diciendo que ya no podía vivir conmigo, que conmigo no iba a conseguir nada de lo que ella quería y necesitaba, se despidió diciendo que lo sentía, que necesitaba cosas para ella, su tiempo, y todo eso, después se fue y nunca más la volví a ver, te lo juro-
-No jures en vano-dije parándolo.
-¿Por qué no me crees?-pregunto poniéndose de pie, yo imite su acto y también me puse de pie.
-Porque ya comprendí todo, ya entendí por qué todos los fines de semana desaparecías y volvías los lunes te ibas a ver con ella ¿verdad? ¿Es verdad Milo?-pregunte.
El soltó un fuerte grito y se cubrió la cara como desesperado.
-No, nada de lo que tu cabecita pensó es verdad-dijo alterado.
-Entonces dime porque-pedí, las lágrimas ya salieron de mis ojos y comenzaron a mojar mis mejillas.
Milo no contesto, en vez de eso se tapó la cara con las manos y comenzó a sollozar.
Rápidamente me olvide de todo dolor, odio o rencor y me acerque a él, se veía tan frágil y pequeño. Además se veía que esas lágrimas que brotaban de sus ojos no eran de mentira y que algo malo le estaba pasando.
-Milo ¿qué sucede?-pregunte frente a él.
El saco sus manos de su cara y me miro a los ojos, los suyos estaban rojos y una lágrima se escapaba de ellos y caía por su mejilla.

En eso Milo me abraza fuertemente mientras hunde su rostro en mi cabello, yo también lo abrazo fuerte y cierro los ojos.
-¿Milo que sucede?-susurre mientras me separaba de él y agarre su rostro en mis manos para que me mirara a los ojos.
Tomo aire y después hablo.
-La razón por la que me voy todos los fines de semana es que ...mi madre..ella...ella tiene leucemia-dijo y después volvió a abrazarme.
Yo me quede en shock, y lo único que pude hacer fue abrazarlo más a mí.
(...)
Milo me explico todo lo que le sucedía a su madre, me dijo que le diagnosticaron hace un año su enfermedad y que el cáncer se había reproducido muy rápido y no podían hacer nada, que le quedaba poco de vida. Por eso él iba todos los fines de semana a verla y estar con ella igual que sus hermanas y la razón por la que no lo dijo fue porque no quería que yo sintiera lastima por él.
-Lo siento tanto-fue lo único que salió de mi boca.
Mi celular comenzó a sonar en mi bolso y tuve que contestar.
Me acerque al sillón donde estaba y lo agarre.
-Hola-dije cuando conteste.
-Hola hija-dijo mi madre en la otra línea.
-Mamá, ¿qué sucede? ¿Estás bien?-pregunte mientras rascaba mi nuca.
-Si hija estoy bien pero hoy saldré temprano del trabajo y me gustaría saber si quieres comer afuera, ¿quieres?-pregunto a los lejos se oían murmullos.
-Amm..está bien...iré a tu trabajo y de allí vamos ¿está bien?- -Perfecto, te esperare, adiós-dijo y después colgó.
Colgué y guarde el celular nuevamente en mi cartera.
Me gire para mirar a Milo sentado en el sillón.
-Debo irme-susurre.
Agarre mi bolso y camine a la puerta.
-Espera-dijo él y me agarro del brazo acercándome a él.- ¿Qué pasa con nosotros?-pregunto carca mío como provocándome.
Tenía sus labios tan cerca mío que no pude evitar morderme el labio. -
- Hablaremos mañana-dije y me separe de él.

Salí del departamento reprimiendo las ganas de volver y besarlo.
Narra Meg.
Ya era de noche en Londres y yo estaba en una cafetería del centro esperando a mi nuevo novio, un fotógrafo.
Todas las cosas que Milo me dijo seguían en mi cabeza, maldito él y la chirusa esa pero esto no se iba a quedar así.
Mi novio, Alex, entro a la cafetería y apenas me vio se acercó a mi mesa. -Hola amor-dijo y me dio un beso en los labios.
Se sentó frente mío y agarro mis manos, como siempre llevaba su cámara colgando de su cuello, la cuidaba más que su vida.
Una camarera se acercó a nosotros y saco una libreta de uno de sus bolsillos. -¿Que van a ordenar?-pregunto ella amable.
-Un café solamente-respondió Alex-¿y tú?-me pregunto.
-También un café-dije con media sonrisa.
La camarera asintió y después se fue.
-¿Y bien, de que querías hablar?-pregunto con entusiasmo. -Amor ¿qué tan buen espía eres?-pregunte levantando una ceja.

Mi alumna favorita, (Milo Manheim y tu ) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora