Min YoongiJimin abrió los ojos lentamente, dió un vistazo a su al rededor quedando confundido, jamás había pisado ese lugar.
Vacilante, comenzó a caminar en lo que parecía ser una llanura en la costa, a lo lejos vió una cabaña vieja así que decidió ir hacia allá. Al llegar arrugó la nariz, era un lugar realmente desagradable: sucio, fétido, que se deshacía por lo vieja que era la madera. Se habría retirado de ahí, pero en ese momento escuchó un fuerte llanto, que le estremeció toda la piel.
Decidió asomarse por la ventana, para ver que ocurría. Frente a él se proyectó una imágen desagradable; un niño pálido estaba atado a una silla, tenía varios golpes en el rostro, algunos de ellos sangraban. Adelante de él habían dos hombres amenazándolo, uno de ellos llevaba una navaja en su mano y el otro un guante con filosos picos.
La peor parte fue cuando reconoció que Yoongi era ese niño que lloraba desesperadamente. En ese momento todo el miedo que pudo haber sentido se desvaneció y entró en cólera pura.
—¡Dejenlo en paz! — gritó, pero nadie parecía escucharlo. —¡No toquen a Yoonie!— gritó nuevamente, intentando ahora entrar a la cabaña por la puerta, pero sus manos atravesaron la cerradura apenas hizo contacto. Irritado, decidió intentar atravesar la casa y al lograrlo se puso frente a Yoongi. —¡Les voy a hacer pagar cada marca que dejaron en esa blanca y hermosa piel! — hizo puño su mano e intentó golpear a uno de los malhechores, pero su mano le atravesó. —¡Maldicion! —gritó desesperado.
El sujeto que tenía la navaja se acercó peligrosamente, y sin vacilar la clavó en el torso de Yoongi, haciéndole una profunda cortada. El pequeño soltó un grito desgarrador, Jimin cayó de espalda con los ojos muy abiertos. La sangre escurría velozmente.
—Nunca... —Jimin se levantó con la mirada ensombrecida. — ¡Nunca los perdonaré por haber tocado a mi blanquito! — hizo puños sus dos manos, estallando en ira.
El mar que rodeaba la costa comenzó a reaccionar, sacudiendose en fuertes olas. Jimin estaba privado, en ese momento no existía más que odio en él. Entonces, las olas crecieron tanto que se llevaron la vieja cabaña en un abrir y cerrar de ojos. Jimin se había hecho uno solo con el mar, siendo ahora una figura humanoide gigantesca hecha de agua marina. Tomó a los dos malhechores en sus grandes manos y los hundió en lo más profundo de su inmensidad.
Yoongi, quien apenas estaba consciente, comenzaba también a ahogarse, debilitado por la pérdida de sangre. Vió como los cadáveres de los maleantes salían flotando antes de caer desmayado, comenzando a hundirse también.
Jimin, antes de volver a la normalidad, empujó con su gran mano a Yoongi, sacándolo así a la orilla. Después se arrodilló a su lado, pensando en qué hacer para tratar su herida.
—¡Yoongi! ¡Hijo, aquí estás! —escuchó a una señora gritar mientras corría hacia él. Al mirarla pudo notar la presencia de la policía y se alivió. La madre de Yoongi lo cargó y junto con los policías salieron de ahí rumbo a un hospital.
Jimin soltó un suspiro y esbozó una pequeña sonrisa. Su Yoonie estaba a salvo.
Despertó agitado, sentándose rápidamente. Buscó a Yoongi con la mirada y lo encontró rápido, estaba a su lado ya en su forma humana, mirándolo fijamente.
—¿Pesadilla? —le preguntó.
—A...Algo así. —sonrió levemente. —¿Cuanto tiempo llevas despierto?
—Hace unos segundos apenas. — contestó un poco ido.
Los ojos de Jimin se abrieron abruptamente al mirar el torso de Yoongi, ya que este no traía nada puesto de la cintura para arriba pudo ver una cicatriz en el mismo lugar en el que le habían dado la puñalada en su sueño.
Yoongi tapó la cicatriz con su mano, incómodo por la mirada ajena. —Es muy temprano aún, ¿por qué no intentas volver a dormir? —dijo sin mirarlo y se recostó dándole la espalda.
—Lo siento mucho Yoongi. —exclamó Jimin con la voz temblorosa y se recostó para abrazarlo por la espalda. Lágrimas caían por las mejillas del agua. —No pude evitar que te hicieran esa horrible marca... —Yoongi se estremeció y quedó en shock cuando todo hizo click en su cabeza.
—¡Fuiste tú! —se volteó, abrazando a un confundido Jimin.
—¿Uh?
—El hombre de agua que me salvó la vida... —Jimin se impresionó al ver a su blanquito soltar unas lágrimas, él no era el tipo de persona que lloraba al menos no frente a otros. —El día que desperté en el hospital le conté a mi madre sobre tí, pero no me creyó.
—Yoongi... —Jimin limpió las lágrimas del opuesto, dejando besitos en su lugar.
—Todo este tiempo... Te estuve esperando, sólo que pasó tanto que no lo recordaba. — el pálido tomó las mejillas del opuesto y le plantó tantos besos como pudo. —Te amo Jimin.