Capítulo 9

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-La noche parece...- suspiró embelesado, interrumpiendose a sí mismo. -Mágica.- concluyó después, sin dejar de contemplar aquellas luces en el cielo que pertenecían a los astros.

Jimin se encontraba sentado frente a la puerta de la casa de Yoongi, con un lobo blanco acurrucado en sus piernas. El animal parecía estar durmiendo cómodamente, pero realmente sólo tenía los ojos cerrados, mientras escuchaba con atención  todas las voces que tenía en su mente <<Lo amas, lo amas, lo amas>>
Se removió un poco, sólo para acomodarse mejor y siguió fingiendo estar dormido, siendo acariciado por una pequeña y adorable mano.

-¿Estás teniendo dulces sueños, Yoonie?- rió levemente, el blanquito era un dormilón.- Espero que en tus sueños también puedas encontrar luces en el cielo.- volvió su mirada a las estrellas, nuevamente, y después al que era un lobo hasta hace un segundo.

-Jimin...- murmuró con su típica voz ronca, observando fijamente al contrario.

-¿Qué sucede? -preguntó un poco confundido.- Creí que dormías. -obtuvo una negación.

-Dejaste de acariciarme...- comentó, pues cuando Jimin vio que ya no acaricia pelaje blanco sino hebras pelimentas se detuvo. -¿Por qué? -cuestionó sin dejar de mirarle.

-Hmm... ¿Está bien si vuelvo a hacerlo?- Yoongi asintió, obteniendo nuevas caricias.

-Jimin.- llamó, por segunda vez, el pelimenta.

-¿Sí? - le miró sorprendido cuando lo acorraló entre su cuerpo y la puerta a sus espaldas. -¿Y...Yoonie?

<<No sé cuando más podré hacer una locura como ésta, así que, sería un desperdicio si no lo aprovechara.>>

-Park Jimin, estoy malditamente enamorado de ti. - Sin darle tiempo a contestar, tomó las lindas mejillas de su adorable trozo de estrella y le plantó un delicado beso.

Entrelazaron sus manos, sin detener sus movimentos, y la noche se había hecho más mágica.

-Encontré una luz que no está en el cielo, ni tampoco en mis sueños, a menos de que tú y el mundo se desmoronen y nada sea real... -Acarició la mejilla derecha, que estaba teñida por un suave color carmín.

-Yoonie! -chillo completamente avergonzado, cubriendo su rostro con sus manos.

-Jimin.~- quitó con suavidad sus manos y le dirigió una mirada de ternura.- Entremos a casa, te puedes resfriar.- se levantó y le ofreció su mano para ayudarle a ponerse de pie.

Ambos entraron y se quedaron frente a la puerta sin saber qué hacer. Yoongi rascó su nuca, mientras Jimin veía sus pies y jugaba nerviosamente con sus manos.

-Bueno... eh... creo que es hora de dormir.- Yoongi dio unos pasos hacia su recámara, y al notar que el otro no le seguía se detuvo para mirarlo.- ¿No vienes?- le observó cabizbajo, mientras se mordía el labio y que no contestara sólo le daba más mala espina.- Oye..

-¡Te amo, Yoongi!- se arrojó hacia él, abrazando su cuerpo como si fuera un koala. Después le plantó un tierno beso, que sacó una gran sonrisa en el adverso. -Perdón por no haberlo dicho antes.- hizo un puchero y escondió su rostro en el cuello ajeno.

-Hmm.- emitió, respondiendo así de forma positiva a sus disculpas. -No hay problema.- Besó sus cabellos y se dirigió con él en brazos hasta su habitación. Al llegar, le recostó en el blando colchón y le cobijó, siendo él su almohada.

-Yoonie...- llamó medio adormilado, gracias a las caricias que le brindaba el pelimenta.- Quisiera tener...- Cada vez sentía sus ojos más pesados -Blanquitos aquí. - colocó una mano en su propio vientre.- Sería muy lindo.- pronunció en un susurro con una sonrisa, quedándose así dormido.

El pelimenta suspiró y lamió sus labios. Estiró su brazo para apagar la luz de la habitación y depositó un último beso en la cabeza del cuerpo que yacía entre sus brazos.

-A mí también me gustaría.- musitó y cerró sus ojos, intentando dormir.

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