Años pasaron tras la separación de los padres de Brooklyn Bedling, sin embargo esta seguía reprimiendo las ganas de matar a su padre por el hecho de como terminaron las cosas; y más ahora, que ella estaba destinada a volver con ese cincuentón que ha...
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El aturdidor sonido de la alarma indicándome que era hora de levantarme solo hizo que mis ganas de quedarme durmiendo aumentaran mucho más.
Refunfuñé antes de salir de la cama y dirigirme al baño para hacer mis necesidades. Luego de varios minutos dentro de este salí finamente lista para ir a la escuela, con el uniforme casi completo —llevar las converse no era parte de este, al igual que las medias que sólo alcanzaban a cubrir hasta mis talones y no casi mis rodillas, como debería— Bajé las escaleras en busca de mi desayuno.
El malhumor se había vuelto el mejor aliado de Cole, y su cara de pocos amigos pasó a ser su favorita.
Apenas me dirigía la palabra.
Era increíble como una estupidez llegaba a volverlo tan malvado y resentido conmigo.
—No siempre obtendrás lo que quieres, ¿sabes?—Le susurré en el asiento trasero del auto de Caleb, quien se había encargado todos estos días en ser nuestro chofer escolar.
—Cierra la boca.—Contestó cortante, sin quitar la vista de la ventanilla a su lado.
Suspiré.
Me encontré con Dina y Lia. El pecoso se había ido muy lejos de mí, con sus dos amigos.
Estuvimos un rato largo charlando contra los casilleros, hasta que a lo lejos una figura esbelta acompañada de dos chicas más llamaron la atención de aproximadamente todos los estudiantes que estaban en el pasillo.
Una rubia de tez demasiado blanca, semejante a la porcelana. Su rostro brillaba y el maquillaje que llevaba era muy fino. Sutil. Era la más bonita de las tres. Altísima, de seguro me llevaba una cabeza. Super delgada. Piernas largas. Simplemente era una muñeca. El uniforme parecía estar hecho exclusivamente para ella. Ajustado en los lugares justos, del largo correcto.
—Esa es Varya. La maldita Varya Sokallov.—Me comentó Dina.—La puta muñeca rusa.
—¿Por qué tanto odio?—Reí.
—No es odio. Es envidia. Envidia de Cole porque puede comerle la boca. En serio, y eso que no soy lesbiana.
—Es la novia de tu hermano.—Habló Lia.—Vino de intercambio de Rusia hace unos años. Por supuesto el galán de Cole Bedling fue el único sin miedo y capaz de conquistarla. Desde allí jamás se separaron, lo cual es raro, ya que todas sabemos la fama que tiene tu hermano.
