Años pasaron tras la separación de los padres de Brooklyn Bedling, sin embargo esta seguía reprimiendo las ganas de matar a su padre por el hecho de como terminaron las cosas; y más ahora, que ella estaba destinada a volver con ese cincuentón que ha...
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El lunes fue un dolor de cabeza para mí. Tuvimos una jornada super extensiva de matemática para preparar nuestros primeros exámenes importantes.
O al menos en mi caso, ya que los demás estudiantes estaban acostumbrados a la forma de evaluar de esta escuela.
Nunca fui tan feliz como cuando oí el timbre que le daba fin a la clase. El que nos indicaba que no debíamos seguir allí el resto del día.
Salí por la gran puerta principal. Mi hermano ya estaba afuera, fumando un cigarrillo contra la pared del inmenso edificio. Su postura era del típico chico malo. Su uniforme no era correcto ni prolijo, era desaliñado e informal. Su cabello caía sobre su frente mientras su cabeza se mantenía gacha y su pierna estaba levantada con la suela contra la pared de ladrillos. Me sorprendió el hecho de que hubiera estado allí durante los quince minutos que me atrasé recogiendo mis cosas.
El Cole que conocía no haría eso.
—¿Me estuviste esperando?—Le pregunté. Mi comisura izquierda se elevó formando una casi sonrisa. No pude evitarlo.
El pecoso me ignoró.
Despegó su pierna de la pared y comenzó a caminar hacia nuestro hogar. Caminé junto a él.
Mis dedos tanteaban el borde de mi falda en un gesto tranquilo, mientras miraba embobada las pequeñas rocas que yacían en la acera.
—¿Quién es Tom?—La voz del pelinegro interrumpió el silencio que se había creado entre nosotros. No parecía enfadado, ni tampoco era un tono serio en el que lo decía, sino más bien intrigado.
¿Acaso había oído mi charla con mamá? Porque si no fue así, no entendía de dónde sacó ese nombre. No había forma de que supiera de su existencia excepto por estar escuchando a escondidas lo que hablaba con mi madre en la cocina.
—¿Quién es Caitlyn?—Retruqué.
Mi hermano se detuvo. Dio media vuelta y elevó una ceja en mi dirección, expectante.
—Se perfectamente que recuerdas lo que sucedió en tu cuarto.—Dije impasible.—¿Quién es ella?
Rascó su nuca.
—Y tú sabes perfectamente a quién me refiero. Dime quién es él.—Atacó.
—¿Es que no te enseñaron a no escuchar las conversaciones de los demás?—Crucé mis brazos y lo observé con mala cara.
—¿Quién es Tom?
—No querrás saberlo.—Dije sin más.
Si le contaba a Cole acerca del novio de Jane, éste se enojaría mucho y no quería arruinar la relación que estábamos teniendo en el momento. Porque lo quiera o no, a pasos de bebé, comenzábamos a llevarnos mejor. O al menos aprendimos un poco a lidiar el uno con el otro.
