Capítulo 19

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No me lo creía

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No me lo creía.

—¡Por supuesto!—Chillé entre la música y salté a sus brazos —con sumo cuidado de no botar el daiquiri de fresa que a mi amiga le había robado— en un abrazo que acabó también en un dulce beso.

Cuando me separé de él, me las apañé para que ninguna persona a mi alrededor me molestara al pasar o me tirara la bebida. Grant tenía la ventaja de haberse quedado contra la pared.
Me fue imposible al sentir chocar un hombro contra mi espalda no girarme, y al hacerlo, me topé con una figura masculina a la cual sin querer le lancé mi trago encima.

Entré en pánico al notar la gran mancha carmesí que se había formado sobre la camisa celeste entallada del chico.

Entré aún más en pánico al alzar la vista y descubrir que ese chico era Cole Bedling.

Tragó duro y apretó su mandíbula mientras sacudía sus dedos salpicados por el líquido que había derramado en su pecho.

—¿¡Eres estúpida!?—Me gritó seriamente una de sus típicas frases.
Sus ojos ardían de la ira y la cólera brotaba por absolutamente todos los poros de su piel.

—¡Lo siento!—Intenté lamentarme, pero el pecoso ya se había marchado a paso apresurado entre las personas que bailaban.

Un impulso me hizo pedirle disculpas a Grant y despedirlo para seguir a mi hermano entre la multitud.
En el camino el pelinegro se fue dificultosamente quitando la mojada camisa que llevaba.
Trataba de llamarlo por su nombre pero este no hacía caso omiso.

Hubo instantes en los que tuve que parar de seguirlo para recomponerme de lo borroso que veía.

Era desesperante.

Tras luchar durante varios minutos con codos en mi estómago, adolescentes torpes que no me dejaban pasar y mareos masivos, me las arreglé para adentrarme en el baño, que es donde mi hermano mayor se había metido.

Cerré la puerta detrás de mí y pegué mi espalda a esta.
Me detuve un segundo para controlar mi respiración y parpadear un par de veces para recuperar el foco, mientras observaba a Cole reposar contra el lavabo con la cabeza gacha y la vista fija en el piso.

—Te mataré.—Casi susurró a regañadientes.

—No lo harás.—Lo desafié con una sonrisa de oreja a oreja.

Lentamente comenzó a girar su cabeza en mi dirección.

—Por favor—espeté irónica.—, esa mancha es insignificante.

𝐁𝐑𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora