Capítulo 11

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Le pasé el paquete de nachos a Dina

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Le pasé el paquete de nachos a Dina.
Lia se preocupaba por escoger la película que veríamos en Netflix.

Media hora contada por reloj había estado haciendo eso.

El sueño comenzaba a apoderarse de mis ojos; mis párpados amenazaban con caer para así lograr quedarme dormida.

Finalmente nos decidimos por ver un film de terror.

No iba a negar que la actitud de los muchachos me molestó. En cierto modo, cada uno tenía su espacio y era libre de hacer lo que se le diera la gana, pero éramos un grupo, y aunque no siempre teníamos que estar juntos, hubiese sido lindo compartir una salida nocturna con ellos.

En especial porque se iban a una fiesta y ni siquiera tuvieron la cortesía de decirnos dónde. Claramente no querían vernos.

Las chicas decidieron venir a casa, puesto que mi hermano mayor —como siempre— estaba en casa de su novia y el otro pecoso había ido a emborracharse.
En cuanto a mis padres, ambos dormían en el piso de arriba, pero no hacíamos el suficiente ruido como para despertarlos.

Las horas pasaban y la película no mejoraba. Siquiera nos causó un susto o indicios de que algo iba a ocurrir como para seguir viéndola, así que devoramos nuestros snacks y apagamos la televisión.

Tiramos un colchón de los que guardábamos por si algún amigo o familiar decidía pasar la noche en nuestra casa.

Dina no lo dudó y cayó rendida sobre este incluso antes de haberle preparado la cama. Ella dormía plácidamente sin importarle absolutamente nada.
Lia, a diferencia de su amiga, se tomó su tiempo para aplicarse un par de cremas y acomodarse del lado vacío de mi propia cama. Ambas dormiríamos juntas y lo consideré tierno y divertido al hacerlo luego de mucho tiempo.

Pero yo no lograba conciliar el sueño.

Di vueltas sobre mi cuerpo, haciendo el menor ruido y movimiento posible para despertar a mis compañeras de cuarto.

Sólo me dispuse a repasar cada momento desastroso de mi vida. Cada situación vergonzosa por la que pasé o diálogos de los cuales me arrepentía, mientras miraba un punto fijo en el techo, dentro de la oscuridad de mi habitación.

Parecía un muerto; con los brazos reposando sobre mi pecho y los ojos bien abiertos a causa de la falta de luz.

Hasta que unos golpes extraños azotaron mi puerta.

Me salí de la cama y con mucho cuidado de no pisar a la pelinegra a medida que caminaba, me acerqué a esta.
Giré el picaporte una vez que reuní las agallas para hacerlo y respiré hondo.

𝐁𝐑𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora