Capítulo 29

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—¡Feliz cumpleaños!—Chillaron todos al entrar a casa y correr directo hacia mí

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—¡Feliz cumpleaños!—Chillaron todos al entrar a casa y correr directo hacia mí.

Simon, Wingston, Lia y Dina me apretujaron en un abrazo grupal tan fuerte que casi me dejaron sin aire.

Cuando me soltaron, me tendieron una bolsa con un regalo.

Una botella de vodka decorada con mucho brillo.

Sonreí de costado y les dediqué una mirada pícara mientras asentía con la cabeza.

—Ustedes sí que saben.—Volví a abrazarlos.

Eran las tres de la tarde. Todos habían sido invitados a nuestra humilde morada para festejar el día que desgraciadamente vine al mundo.
Mi madre, a pesar de todo lo que me había comentado, estaba feliz porque la idea de que tuviera amigos que festejar conmigo este día, para ella era suficiente. Incluso decoró toda la sala para que pudiéramos sacarnos fotos y pasar el rato allí.

En cuanto a mi padre, no he sido capaz de siquiera mirarle a los ojos debido al rechazo que me causaba. Trataba de mantenerme lo más alejada posible de él porque una sensación de malestar me invadía cuando permanecía cerca suyo. Y ni siquiera me dijo feliz cumpleaños.
Caleb, por otra parte, se mantenía con la cabeza ocupada con su boda que sería a pocos días, pero se aseguró de felicitarme y darme un pequeño presente firmado por él y su prometida.
Y Cole, estuvo tan callado durante el día que me fue imposible de adivinar cuál sería su supuesta sorpresa. Si bien ya lo conocía bastante, su impasible mirada que sabía dar muchas veces seguía dándome desconfianza.

—¿Quién iba a creerlo?—Lia besó mi cabeza.—Y pensar que yo sufría porque no te vería más. Ahora sufro porque cumples dieciocho aquí y porque no te vas.

Reímos.

—Gracias, supongo.—Le di una palmadita en el brazo.

La tarde fue de risas y charlas divertidas. El momento de soplar las velas de mi pastel de cumpleaños llegó.

Y se hizo desear porque justo cuando todos estaban por cantarme el feliz cumpleaños, el timbre sonó.

El pecoso fue el encargado de abrir la puerta principal para fijarse quién era el que osaba interrumpir nuestras maravillosa velada.

Grant.

El castaño cambió su cara rotundamente al hacer contacto visual directo conmigo presenciando mi propia fiesta sin haberlo invitado a él.

¡Mi novio!

Tragué duro.

La cara de Cole tampoco era muy agradable que digamos, y ahora tenía a los dos muchachos observándome uno al lado del otro, con los ojos como lasers asesinos.

𝐁𝐑𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora