Día Diez: Uno contra uno

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(Voz narrativa: Seok Jin)

(Voz narrativa: Seok Jin)

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Tres días. Ya llevaba tres putos días recluido en esa nauseabunda habitación para delincuentes de tres al cuarto, con una cama que crujía por todas partes y un baño en el que daba asco meterse, y aquel viejo, que se creía el rey del mundo solo por trabajar para un juez, no parecía tener ninguna intención de dejarme en paz y simplemente procesarme por haber intentado ahogar al mierda de Jimin cosa de la que, por cierto, me sentía más que orgulloso.

Sí, claro que sí. ¡Claro que sí! Nadie había tenido las narices que yo había tenido. Ni siquiera Hoseok, con todo lo que se le llenaba la boca hablando de venganza y justicia, había sido capaz de enfrentarle sin arrepentirse por el camino. Pero yo había demostrado, una vez más, que estaba por encima y que nadie podía engañarme.

Había tardado pero, por fin, había desenmascarado a Jimin ante Mei y ante el mundo. Aquel niño con carita de bueno y educación exquisita no era más que un pedazo de sociópata manipulador y se merecía la peor de las muertes por haberme jodido deliberadamente cinco años de vida, escudado en un egoísmo enfermizo con el que solo había conseguido que el sádico de su hermano viviera riéndose de todos, como un puto marqués, destrozando familias y...

Joder; seguía sin ser capaz de procesarlo. Realmente aquel psicópata cabrón le había arrancado la cabeza a mi hermana. Seguro que ella había temblado, suplicado, gritado y llorado. Seguro que había pasado mucho miedo sola con él antes de apagarse en la oscuridad. Seguro que había sufrido.

Mi pequeña dongsae...

Joder. ¡Qué desgraciado!

—Hora de la confesión.

Los cerrojos crujieron y me incorporé de la cama, con todo el despotismo que pude reunir al detectar las elegantes botas de tacón asomarse por la puerta. Era aquella maldita mujer otra vez, la que presumía de ser el brazo derecho del forense solo por conocerse un puñado de leyes que cualquiera podía leer en Internet, y que, como venía siendo costumbre, me traía el documento cargado de preguntas con el que pretendía hacerme confesar. Pero yo, por supuesto, no lo pensaba ni leer. ¡Já! Si esperaba otra cosa de mí, era más idiota aún de lo que creía.

—¿Cómo ha amanecido, Señor Kim? —Su tono petulante me sentó como una patada en el estómago—. ¿Tiene ganas de terminar con esto?

—Solo hablaré con Le Mi Sou. —Torcí el morro, sin tocar el formulario que me ofrecía, y me crucé de brazos, estirando la espalda para que se notara que no pensaba achantarme—. Le Mi Sou.

—La fiscal Le no trabaja en esta investigación. —La respuesta fue la misma de días atrás y quizás fuera verdad pero me daba lo mismo; si no participaba en el caso, exigiría que lo hiciera—. Le dejo aquí el documento. —Depositó el dossier sobre la cama, junto a una bolsa que parecía cargada de una ropa que ni me molesté en mirar—. Le recomiendo que lo rellene. Será más fácil para usted.

DISOCIATIVO ² : Sociopático 《MYG》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora