Era extraño estar de nuevo en mi despacho, en la planta de Psiquiatría, como si el tiempo no hubiera pasado, con ese olor a limpio que daba el ambientador de lavanda que la doctora Sun me había regalado y los tests psicométricos perfectamente ordenados en la repisa auxiliar pero, al mismo tiempo, con esa desesperación asfixiante y silenciosa de una pérdida que, pese a todo, no era capaz de encajar.
Había pasado una semana entera encerrada en mi piso, rodeada de antipsicóticos y vasos de agua, sin responder llamadas ni mensajes, con la única compañía de Seok Jin que, por una vez en la vida, había adoptado una posición compresiva y se había preocupado de que no me abandonara a mi suerte mientras el mundo recuperaba algo de sentido para mí. La verdad, le debía mucho más que un simple agradecimiento. Le había tomado un gran esfuerzo y dedicación y eso me dejaba en una deuda impagable con él.
Me habían dado el alta en cuanto había podido ponerme en pie sin caerme y, a las pocas horas de llegar a mi casa, se había presentado con una pequeña maleta y un gran gesto de inquietud.
— No quiero que estés sola —me había dicho, más recto que el palo de una escoba—. Déjame que te ayude hasta que estés bien.
Y lo había hecho. Ya lo creo.
Se había ocupado de todo. Me había hecho la comida, había limpiado las pocas cosas que tenía en mi reducido espacio y me había acomodado la cama cada mañana para que pudiera tumbarme sobre una superficie ordenada. Jamás le había visto así y era extraño observarle sentado en una silla a mi lado mientras yo descansaba, leyendo un libro tras otro, hasta que llegaba la noche y se retiraba al sofá, sin rechistar.
—Si necesitas algo no te levantes, que te puedes marear, y solo llámame. —Esa era su despedida habitual.
A los dos días ya no escuchaba a mi "otro yo" y mis oídos empezaron a descansar. En ese sentido, la medicación y la reducción de estímulos habían funcionado mas, sin embargo, lo que había venido después había sido mil veces peor.
Me había quedado sin defensa posible ante la sensación cálida de los brazos de Yoon Gi al abrazarme por la espalda cada vez que cerraba los ojos, el cosquilleo de su cabello en mi cuello y su murmullo al decir la frase que se me había grabado a fuego en la cabeza: "Ten una larga y próspera vida, Mei. Hazlo por los dos".
Hubiera sido mejor ser capaz de odiarle. Sería más fácil de llevar. Mucho más.
Cogí uno de los botes de lápices y le di vueltas como una peonza, mientras mis ojos buscaban las decoraciones de la pared. Él había sido el que había arreglado mi destartalada consulta y estar allí me estaba resultando muy complicado.
"Lo que alimentas dentro de ti es lo que crece", leí el rótulo colgado junto a la pizarra, para mis adentro, y su explicación de aquel día me saltó en automático a la conciencia. "Se refiere al hecho de que cuando uno no es capaz de afrontar su dolor, su miedo, éste se hará tan fuerte y poderoso que adoptará forma propia y te controlará".
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DISOCIATIVO ² : Sociopático 《MYG》
Misterio / SuspensoMei ha vuelto al hospital, desengañada y deprimida, tras el descubrimiento de la terrible verdad. Sin embargo, el hallazgo de nuevos cadáveres en unas condiciones muy particulares reabre todas las dudas y marca el inicio de una nueva investigación...