Día Siete: Muerte y Justicia (Primera parte)

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(Voz narrativa: Seok Jin)

(Voz narrativa: Seok Jin)

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Las once de la mañana. Las malditas once de la mañana y Mei sin aparecer. ¿Se podía saber qué tenía que hacer un Domingo para delegarme al último plano?

Antes, cuando la había llamado, había creído que se había tomado en serio mi ansiedad. Había dicho que vendría a buscarme, que comeríamos juntos y que me acompañaría hasta que me encontrara mejor, pero de eso hacía ya cuatro horas, tres minutos y cuarenta y tres segundos y todavía no se había dignado a aparecer.

Joder. Para una vez que le pedía algo. ¿Por qué tenía que tratarme como si fuera lo menos importante de su vida? Había sido moderado, ¿no? ¡Claro que sí! Se lo había rogado con el corazón en la mano, con tacto, y encima le había pedido perdón. Y todo... ¡Todo para nada! Seguía en las mismas, inaccesible y hermética, y eso que ese Psicópata hijo de perra estaba bien muerto.

El muy cabrón...

Podía haber quedado como lo que era, un sádico con cara de bueno que se dedicaba a manipular mentes, y todo hubiera sido perfecto. Pero no, claro, las cosas no podían ser tan fáciles, no. Tenía que haber terminado en modo "héroe" y ahora Mei estaba tan obsesionada con él que hasta le veía en sus disociaciones. Já. Vaya triunfo el mío. Si lo hubiera sabido... ¡Si tan solo lo hubiera sabido!

La rabia me hizo agitar el asqueroso mousse. Llevaba meses atascándose al cliquear algún icono del ordenador y, aunque de por sí me eso molestaba, ahora me parecía el colmo de la burla. Murmuré un par de maldiciones y lo golpeé contra la mesa, con saña. Nada. Pero qué... ¡Qué maldito chisme! Tiré del cable enrollado con la frustración acumulada de toda la semana y no paré hasta que lo arranqué y lo dejé caer sobre la mesa con tan mala suerte que le di un codazo al teléfono y el aparato terminó en el suelo, sin línea y con la red del hospital inhabilitada. Genial. Había roto el sistema y me había quedado sin ordenador.

Ge- ni- al.

—¿Ocurre algo? —La cabeza rubia de Sun, la tutora de la guardia, se asomó por la puerta—. Venía a hacer el reparto de las habitaciones y he oído un ruido muy fuerte.

—Solo se me ha caído el teléfono. Me lo han puesto en un sitio incómodo que me estorba para escribir y me he quedado sin conexión —mentí; por nada del mundo pensaba decirle que los cables los había arrancado—. Voy a presentar una queja formal al departamento.

Ya que estaba, tenía que aprovechar. Recordaba como si fuera ayer el desplante que me habían hecho esos ineptos del Servicio de Informática, que se creían dioses solo por custodiar los equipos y gestionar las peticiones de material, cuando fui a solicitar un teclado nuevo y un tipo con cara de retrasado y pinta de Síndrome de Hikikomori me soltó que yo no podía hacer pedidos porque era un "estudiante".

Menudo cretino ignorante. ¡Yo no era ningún estudiante! ¡Era un médico! En formación, sí, pero médico al fin y al cabo y nadie, absolutamente nadie, podía permitirse el descaro de despreciarme y encima pretender irse de rositas. No, ahora era mi momento de devolvérsela y lo haría mediante una queja a su superior por el mal trabajo en la instalación.

DISOCIATIVO ² : Sociopático 《MYG》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora