Corrí escaleras abajo, saltándome los peldaños con ayuda de la barandilla, cuidando, eso sí, de examinar con detenimiento el ambiente de los recibidores por los que pasaba. En el tercer piso una mujer con el brazo vendado y cara de malas pulgas observó con desaprobación el salto que di para evitar llevármela por delante. En el segundo me interpuse en medio de una pareja que estaba a punto de darse un abrazo en los escalones y en la primera un par de operarios de mantenimiento, que se encontraban arreglando unos cables del comando de luz, me indicaron que mi compañero se acababa de perder por el pasillo de la entreplanta. Era un área de Medicina Interna cercana a la zona donde estaba ingresada Sun Shee, plagada de habitaciones en desuso que la Dirección del hospital planeaba reformar.
Avancé por entre los goteos apelotonados y las sillas de ruedas, conteniendo el aliento. Abrí una de las habitaciones, con cuidado, y me encontré una cama, sin sábanas y sin cabecero y fui a por la siguiente. Nada; aquello era peor que un cementerio abandonado y, pese a que los luminosos del techo estaban prendidos y no había nada de especial allí, un escalofrío me recorrió por la espalda. Jin... Qué demonios...
Me hice un ovillo con la tela de la bata e imprimí más ritmo a los pasos. Atravesé el control, desierto y con una pila de papeles y etiquetas acumuladas en el mostrador, empujé tres puertas más y, ya estaba por entrar en la cuarta, cuando su desquiciado eco me llegó, por fin, desde en fondo.
—¡Me lo vas a decir! ¡Por tu vida que lo vas a hacer!
Los gemidos ahogados y el golpe sordo que retumbó a continuación me hicieron salir despedida hacia delante, chirriando contra el piso las suelas de goma de las zapatillas. ¡No! ¡No, no, no! ¡Seok Jin, maldita sea!
"Va a ser interesante comprobar las barbaridades de las que presume el amigo".
Llegué a los ascensores, congestionada, y busqué el número de Kim Wo Kum. Un tono. Por Dios, ¡que respondiera! Dos. Las exclamaciones propias de un forcejeo me llegaron, cercanas, y me asomé por el hueco entre los elevadores. Tres. Allí estaba mi compañero, hecho una auténtica furia, con Jimin asido del cuello contra la pared metálica, inmovilizado por la falta de aire. ¡Mierda!
—Jin... —murmuré, despacio—. Jin...
No me respondió. Estaba ido. Completamente ido. Cinco.
—Ocultaste las pruebas, ¿verdad? —Le zarandeó y la estructura de atrás vibró salvajemente—. ¿Lo hiciste? ¿Enterraste tu a mi hermana? —insistió, en una mezcla de amenaza y ansiedad—. ¡Dímelo!
Jimin, que evidentemente no podía contestarle por la presión que debía de tener en la garganta, se replegó y dio un par de bandazos con las piernas pero solo consiguió que su agresor le apretara aún más fuerte.
—¡Responde, maldito! ¡Responde!
Seis tonos y la llamada se cortó. Dios; ¿por qué el forense no me cogía el teléfono?
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DISOCIATIVO ² : Sociopático 《MYG》
Mistério / SuspenseMei ha vuelto al hospital, desengañada y deprimida, tras el descubrimiento de la terrible verdad. Sin embargo, el hallazgo de nuevos cadáveres en unas condiciones muy particulares reabre todas las dudas y marca el inicio de una nueva investigación...