Día Tres: Dicotomía

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Cogí el bote de lápices y contuve la respiración

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Cogí el bote de lápices y contuve la respiración. La puerta se abrió y la corpulenta silueta de Swan me hizo una señal antes de hacerse a un lado y dejar entrar a Jimin que, con la expresión más ausente que le había visto nunca, no tardó en centrar sus pequeños y alargados ojos sobre mí.

—Hola Mei —murmuró, en un tono apenas audible—. Estoy... —Se detuvo en mitad de la habitación—. Estoy muy... — La evidente congestión de las lágrimas le obligó a interrumpirse—. Emocionado... Emocionado de verte.

Una sobredosis de emociones me bailó por dentro y apreté el objeto. No podía venirme abajo. Por mucho que deseara unirme a su dolor y compartirlo, si me salía de mi rol profesional nunca sería capaz de descubrir lo que había pasado y no podría ayudarle debidamente. Ya tendría tiempo para ahogarme en llanto cuando llegara a casa. Ahora tocaba aguantar.

—Yo también tenía muchas ganas de saber de ti —conseguí decir, a duras penas—. ¿Quieres sentarte?

Asintió, con desgana, y arrastró el cuerpo hasta la silla frente a la mesa. Fue entonces cuando pude verle con más nitidez. Dios mío; estaba mucho más desmejorado de lo que había imaginado.

Había perdido por los menos cinco kilos y su cabello rubio, que recordaba cuidado y brillante, ahora lucía apagado y de cualquier manera. Aprecié la camisa del pijama verde mal abotonada, con un lado bastante más largo que el otro, y su piel de un color cetrino bastante enfermizo. Eso por no mencionar los párpados hinchados, los labios resecos y las enormes ojeras bajo las cuencas de los ojos, señales de una clara falta de descanso. ¿En serio estaba tomándose toda la medicación? Porque, desde luego, no era capaz de pensar en cómo estaría sin ella.

—¿Cómo te tratan en la planta? —comencé por cualquier pregunta irrelevante, intentando desempolvar la forma en la que me gustaba trabajar. Primero marcar confianza y después indagar en lo que verdaderamente me interesaba—. ¿Estás cómodo?

—Sí, todo está muy bien.

—¿Cómo te está sentando el tratamiento? —proseguí—. Son muchas pastillas, ¿no?

—No tengo ninguna queja.

—¿Consigues conciliar el sueño por las noches?

—Sí.

—¿Comes bien?

—No mucho.

Sabía que mi propio estado no era el más idóneo para evaluar pero, teniendo en cuenta que había sido él el que había solicitado la entrevista, no me esperaba unas respuestas tan lacónicas. La cosa no pintaba fácil.

—He leído que el doctor Dark Ho te ha autorizado salidas al patio interior del hospital. —Trasteé el ordenador, en busca de su ficha, y repasé las notas—. No las utilizas.

— No —me contestó, en las mismas—. No me sirven de nada.

Vale. Con eso podía tirar del hilo.

DISOCIATIVO ² : Sociopático 《MYG》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora