Capítulo 3

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Distorsión.

¿Cómo perdimos el rumbo? ¿Cómo se quedaron sin ideas los guionistas de nuestro cortometraje? Artífice de mis latidos, ¿qué fue lo que nos faltó? ¿por qué el destino no estaba en orden con nuestros anhelos?

Porque yo no sé que anhelabas tú pero sí sé qué esperaba yo. Y me cansa, me frustra golpearme la cabeza una y veinte veces culpándome de todo. Sosiego mis dilemas con un poquito de tus besos, un poco de mis sueños; un jardín de luces turquesas se extiende cada que reposo de mi cuerpo fatigado y la almohada me asfixia hasta quedarme profundamente dormido.

Pero el jardín no es imperecedero, no. Cuando tus manos chocan con las mías, todo parece derrumbarse y el aliento no parece entrar ni salir de mis pulmones. El cielo se pinta solo, cómo río de sangre escarlata en medio de la guerra y grietas adornan el suelo y el pasto se transfigura en espinas que atormentan mis pasos, cada que me alejo, cada que nos alejamos, un día a la vez.

Te extraño. Y ahora he vuelto a verte y has estado a centímetros de mí. Pero yo he tensado los músculos para no hacer ningún movimiento y tú, cariño, ya no notas mi presencia. Pasas de largo cómo si no existiera y entonces sé que así se ve empezar un año más como si esto no hubiese pasado. ¿Así somos desde otra perspectiva? Dos desconocidos. Que si te conocí un poco y que si me quisiste un poquito... nada de eso importa en la actualidad.

Al mundo (y a ti) ya no le importa esto.

*

Volvemos a clase y han pasado al menos, cinco o seis meses después de verte por última vez. Para mi mala suerte, fui tranferido al turno vespertino, por lo que nuestros horarios iban a cuadrar mucho menos y las ocasiones en donde te admirase de lejos igual. Dolía tanto estar separado de tu existencia que no quería obligarme a afrontar la situación. Pero dolía, no dejaba de hacerlo. Dolía y dolía mucho. Dolías, amor...

Y mientras tanto tú...

Bueno, conociendo a otras personas y viviendo las experiencias normales que podría tener una chica al promoverse al siguiente año y no reprobar como un servidor. Para este punto de la cronología, habíamos vuelto, poco a poco, a estar en buenos términos. Tarea agobiante, ya que estar en paz contigo requería de un esfuerzo sobrenatural para soportarte, ya que cómo enamorada eras una y cómo mujer desdichada y herida otra muy diferente. Tu honor de persona te hizo hacerme la misión mucho más complicada de lo que parecía y frustrarme en varias noches por la ya nociva hostilidad conque me recibías al hablar.

¿Merecido? Tal vez. Bueno... sí. Esta bien. Sí, muy merecido. No te culpo, herirle el corazón a una dama y luego volver a tocar su puerta son cosas bastante ilógicas. Pero, o sea, mírame: no sigo ningún precepto guiado por la razón. Estoy aquí de alguna forma, sin mirarme al espejo de nuevo porque me da miedo lo que veo y ver cómo pasó de germinar a ser un roble inmenso y fuerte. Da asco evolucionar. Me pregunto si a los primates les daba miedo convertirse en un humano. ¿Sabrían que su capacidad de raciocinio aumentaría? ¿Que serían seres bípedos? Entonces vuelvo a mis oscuros aposentos, vacío el espejo de toda suciedad y limpio mis párpados que caen pesadamente sobre mi imagen, deslizando mis sueños dentro de mi almohada y lo veo: ahí, indiferente, causal, temible. Quiero pensar que es apenas una sombra de lo que alguna vez fue, pero es una realidad y... ¿que tal si la sombra soy yo y solo me encierro en mi ensueño? No quiero despertar, quiero mantenerme flotando en nubes inhóspitas de pesadillas, pero cada que cierro los ojos tú te vas volando y mis ojos contigo. Me dejas ciego.

Ahora no puedo ver nada. No veo a nadie más que él cuando abro mi habitación y me quedo a solas...

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