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Exilio.
Cristina:
Te escribo de nuevo, otra vez, otra noche, sabiendo que no lo leerás, pero luego yo podré leerte y será hermoso. Hoy no me extenderé gran cosa. De todas las cartas que te he escrito, voy a ser bastante puntual.
¿Que son esos pensamientos que pasan por tu cabeza, cielo? ¿Que oscuras y feroces fauces guarda tu interior, mi bella rosa? Las espinas de tu tallo ennegrecen mis dedos cuando no te toco, hiriendo hasta la última sección de mis manos en el acto.
Sé que no lo hice de la forma convencional, pero sabes que me mata la pregunta mientras no la vomito de mi garganta. ¿En serio no puedo ser tu sol? ¿Realmente no puedo hacerte brillar? Es extraño... a veces quiero prenderte en fuego cómo gatos en Inquisición, verte exhalar destellos como tormenta estelar. Me han dicho que mis ojos brillan tanto cuando te ven a lo lejos. Yess opina que me pules el iris cada que te veo a los lejos. Mi mirada resalta por ti. La tuya, seguramente, por alguien más.
Sé que quiero morirme. Cosas que yo sé y tú no sabes. La vida no es tan color de rosa como la pintan. Pero, de todos modos, ¿que te importa? ¿realmente es de tu interés saber como estoy? "No quiero a alguien a mi lado que, si le digo que estoy mal y me quiero morir (de forma figurada), me diga que él también"... ¿te escuchas cuando hablas o... bueno, escribes?
Ya más de un año de ataviarme con las perlas de tu presencia, Cristina. Más de nueve meses de tener tu retrato, roto la misma noche que me rechazaste, sobre una mesa que terminé por partir en dos de la rabia. ¿Por qué yo no? ¿Es solo porque no entiendes las verdaderas razones por las cuales alguien quiere llegar al punto de quitarse la vida? Y claro, no estás obligada a corresponder los sentimientos de alguien así, pero... yo podría vivir por ti, ¿sabés? Pero tú me exilias de tu lado y de tu presencia y me haces misionero de lugares a donde solo la mano de algún incrédulo toca puertas.
Sthep me vio llorar unos días antes de que me dijeras todo eso esa noche. Y solo le repetía una y otra vez "¿por qué me tengo que sentir asi, por qué me tengo que sentir así?" mientras la mirada se me ponía borrosa y las personas pasaban y sentía un poco menos de vergüenza por cada una, sabiendo que de todas maneras, ellos no entenderían el porqué de ver llorar a un chico de diecisiete.
Y luego pasó eso...
Hoy fue la primera vez que te odié, Cristina. No porque me rechazaras. Sino porque, en cada una de tus palabras, noté que, de muchas y pocas, no me entendías para nada.Y eso, eso me incineró.
*
Días finales de abril y no dejo de pensarte. He visto cosas aquí y allá. Tal vez no esté tan equivocado y tengas a una persona en mente, la que claramente no soy yo, ¿verdad?
Es un chiste.
Sí, llámame egoísta. No quiero que seas feliz.
No lo sé, yo podría hacerte más feliz, supongo...Pero tú no quieres eso...
**
Solo recuerdo las semanas que pasé internado en un centro de salud mental por mi primer intento de suicidio el año pasado. Las paredes blancas, la luz blanca, los vidrios blancos, los médicos blancos, las enfermeras blancas. Yo, tambien, era blanco, muy blanco. Era una mezcla de todos los colores y tonos en uno solo. Estaba enfermo en ese entonces y ahora. No puedo imaginarme volver a pasar por un sitio como ese.
Cuando llegué a casa, todos me recibieron fríos y distantes. Los vecinos también me miraban por la rendija de sus ventanas con interés brutal, pensando que ahí frente a sus ojos, bajaba un loco o un psicópata. Yo solo estaba desenfocado. Luego salía, ya sin limitaciones y entraba a casa, después de tardes solitarias llendo a tomar café a sitios desconocidos por Dios. De caminatas eternas por lugares donde no reconocía muro alguno. Y llegaba a mi "hogar" y parecía ser invisible.
Veo pasar tantas personas...
Yo quiero vernos pasar tomados de la mano.
Veo que nunca pasará aunque lo desee.***
Hoy tuve ganas de escribirte, porque no tengo la certeza de cuando fue la última vez que alguien lo hizo, y si te gusta, podría hacerlo costumbre de cada martes, de cada miércoles o de cada viernes. No busco convencerte de que a mi lado la dulzura va a sobrarte porque ya la has buscado en otro tacto y en otras manos. Sólo quiero que sepas que tus ojos de gata, tu cabello a cascadas, los huequillos en el rostro al lado de centímetros de tu sonrisa me parecen lo más perfecto que he visto. Si yo no te gusto no pasa nada, que tampoco es a fuerza la cosa. Dejaré la puerta semi abierta y si te apetece puedes entrar, quitarte la ropa y los miedos, prepararnos te de menta y muffins y sentarnos en la alfombra y pretender que somos, de nuevo, solo amigos que se cuentan la vida. Hoy tuve ganas de escribirte y no quise quedarme con ellas, pero tampoco te me asustes, que esto nada más es porque estoy teniendo un día devastador o una semana de imsomnio. Pero si en momentos se te olvida como a mi, que tarde o temprano lo malo pasa y que volverás a ver un solecito andante...
Un solecito.
****
Podría decir que me gustaría morir por ti y que eso sea la prueba de amor que necesitabas para darte cuenta que siempre estaba ahí. Pero realmente solo quería respirar por el sentir de tu mano con la mía.
Dame luz.
Dame fuerza.
Dame todo.Te llevaste todo.
También mis fuerzas.
No veo nada más que una densa oscuridad.Y aún dentro de todo esa nada, logro verte a ti. Entonces si veo la nada y a ti, ¿que es la nada, si nada no existe? Entonces nada más existe y solo te veo a ti. Mis ojos son los soles que buscaba tu alma. Pero ya no los verás más. Ahora mis ojos son dos fragmentos de flama nocturnal. Hijos de la noche, compañeros de pesadillas que los despiertan sobresaltados.
Y aún en la noche aún brillan las estrellas.
Aún en la más oscura madrugada, brillas y brillas como nadie más a tu alrededor, Cristina.Hasta siempre,
Jonathan
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𝑳𝒆𝒙𝒊
Teen Fiction"¿Y que es más fácil que amar? ¿Y que es más complicado que dejar de hacerlo? La melancolía de lo añorable. Aquella voz en nuestra mente, quizá llamada conciencia, que nos recuerda algo que hicimos mal o un punto donde no actuamos cómo debimos hab...