‹ Ice King ›

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—Sabes, Gunter —Murmuró mientras le hablaba al inocente pingüino que había tomado entre sus manos, era un pingüino común y corriente— Aveces me pregunto si algún día saldré de aquí.

Ahora el joven miraba hacia la lejanía con tristeza, todo a su alrededor estaba cubierto de nieve.

Pero él no sentía frío, no realmente.

El pingüino se acurrucó entre sus brazos, le pareció muy tierno así que lo dejó estar ahí.

—Tienes razón, el frío debe ser demasiado, incluso para un pingüino como tu. — El pingüino cerró los ojos lentamente y terminó durmiendo en su regazo— Eso, descansa Gunter. De cualquier forma no tenemos nada importante que hacer.

Acarició distraídamente al pingüino mientras dejaba correr sus pensamientos.

Recordó el primer día, su primera memoria.

Había aparecido a la mitad de la nada, rodeado de cientos de árboles. Ese era su recuerdo más antiguo.

Se hallaba perdido, desubicado, ni siquiera recordaba su propio nombre.

Entonces apareció él, el niño de los ojos de color dorados y con aura felina.

O almenos así le recordaba él.

Un chico formal, de cabello castaño y sonrisa perfecta, ojos brillantes y astutos. De movimientos ágiles y caminar seguro. Un traje negro que resaltaba sus rasgos y además el sol de la tarde que le daba un toque magico a todo.

—Finn— le había dicho el chico, ese nombre le había parecido familiar y correcto. Ese era su nombre— O eso creo.

Él, Finn, había asentido con la cabeza. No encontraba las palabras.

—Bueno ¿Tu sabes quien soy?—Preguntó el chico, sus ojos amarillos no le miraban directamente y eso le molestaba.

—Bipper— Dijo sin pensarlo, no tenía ni idea de donde pero sabia que ese era el nombre correcto para el.

—Genial—Afirmó el chico con una sonrisa. —Ven, vamos a casa.

¿A casa? Se había preguntado en ese entonces.

Pero realmente no tenía otro lugar al que ir y se dejó llevar por el llamativo encanto del chico de ojos color sol.

Le había llevado a una casa, dentro le esperaba otro chico, un poco más alto y con unos cuernos hechos de ramas saliendo de la cabeza, también le parecía ligeramente familiar.

—¿Bipper?— Preguntó el chico cuando le vio entrar —¿Estas seguro?

—Si, es él.—Afirmó el chico aun sin mirarle directamente.

—Bueno, confío en tí.

Ambos se sentaron en la mesa más cercana y le invitaron a tomar asiento.

El silencio que los rodeó era realmente incomodo, sobre todo porque Bipper se negaba a mirar cualquier otra cosa que no fuera la mesa frente a él.

—Esta es la cosa, Finn. —Comenzó a decir Wirt.

Un momento ¿Como sabia él el nombre del chico de los cuernos?

—Ayer nós encontramos por casualidad—Continuó Wirt.— Yo había aparecido aquí hace un par de dias sin recordar absolutamente nada más a parte de mi nombre.

Bipper se levantó y se dirigió a la cocina, Finn no pudo evitar seguirle con la mirada.

—Entonces encontré a Bipper, él había pasado por lo mismo, apareció de la nada a la mitad del bosque sin recuerdos.— Wirt dió un par de golpes suaves en la mesa para llamar la atención de Finn.— Y ahora llegaste tu.

Flowers «Bad end friends»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora