La vida nunca le sonreía.
Eso era algo a lo que Dazai había ido acostumbrándose mientras crecía. Desde que era pequeño, su mundo siempre había sido oscuridad, y siempre había tenido que renunciar a algo con el mero propósito de seguir viviendo en ella.
Pero al final se había cansado de renunciar, y había decidido que no merecía la pena seguir viviendo. Se abandonó a los brazos de la muerte alegremente, imaginando que sería menos doloroso que seguir con la propia vida.
Ni siquiera en eso la vida le sonreía. Parecía una mala broma, una burla del destino hacia su sufrimiento. De alguna manera u otra siempre acababa salvándose y regresando, no importaba cómo.
Por eso, Dazai odiaba los hospitales.
Nunca le habían traído nada bueno. El olor a hospital de hecho le enfermaba, y prefería sacarse una bala él mismo a tener que ir a uno. Simplemente, no lo soportaba. Era un recordatorio de todas las veces que había tratado y fracasado en librarse de los hilos de la vida.
Esa vez no era diferente, aunque sí era verdad que el motivo de su visita estaba justificado. Sabía que iba a tener que acatar varias cosas si quería ganar ventaja sobre Dostoyevski, entre ellas cosas que evitaría en situaciones normales, como el ir a un hospital.
Y Dazai había crecido acostumbrándose a renunciar. El problema era que nunca quería hacerlo.
Tuvo que renunciar a su humanidad para seguir viviendo dentro del bajo mundo. Era morir o matar, y sus manos ya estaban manchadas de sangre.
Tuvo que renunciar a su libertad cuando se unió a la Port Mafia. Sabía que no sería libre para hacer lo que quisiese bajo el mando de Mori, pero a la vez no tendría que preocuparse por nada, mientras tuviera a Chuuya a su lado. Solo tenía que hacer lo que mejor se le daba: pensar sin dejarse llevar por los sentimientos.
Sin embargo, tuvo que renunciar a Oda para poder ir a la luz. Y por el camino, renunció también a Chuuya.
Estaba dado que, todo lo que quería en su vida, la vida se encargaba personalmente de quitárselo en el preciso momento en el que lo obtenía. Siempre había sido y siempre será así. Sin embargo con Chuuya era diferente.
Él era la única pieza de su pasado que había llegado a apreciar y todavía no se había desvanecido entre sus dedos, como hacía todo lo que tocaba. Y aunque debía odiarle, despreciarle y todos los relativos de la palabra, el pelirrojo seguía preocupándose por él y Dazai no entendía por qué.
¿Por qué seguía importándole? ¿Por qué seguía confiando en él cuando Dazai todo lo que había hecho había sido ser la persona menos confiable del mundo? ¿Por qué se seguía preocupando de su suerte?
Si Chuuya fuera otro tipo de persona, si realmente le odiase y le desease lo peor, quizá dolería menos. Quizá podría olvidarle. Pero no lo era, y Dazai no conseguía borrarle de su mente, y lo que era peor, se sentía culpable. Porque Chuuya no se merecía nada de lo que Dazai le había dado, porque el pelirrojo ya tenía bastantes problemas él solo como para que Dazai fuese uno más de ellos.
Debería dejarlo ir. Debería hacer lo imposible para que dejase de acercarse a él, que dejase de preocuparse, y que en verdad le odiase.
Pero no quería. No quería que se alejase, no quería ver al Chuuya de sus sueños hecho realidad, porque sentía que no podría soportarlo si viese sus ojos azules llenos de odio hacia él. Y sobre todo, no quería hacer más daño a Chuuya.
Parecía como si, hiciera lo que hiciera, acabaría hiriendo a la única persona que seguía apreciándole a pesar de todo. Aquella noche en el hospital lo había demostrado aún más.
ESTÁS LEYENDO
𝗡𝗈𝗍 𝗠𝗈𝗋𝖾 𝗡𝗂𝗀𝗁𝗍𝗆𝖺𝗋𝖾𝗌
Fanfiction[𝙻𝚘𝚗𝚐-𝚏𝚒𝚌] [𝙲𝚊𝚗𝚘𝚗𝚟𝚎𝚛𝚜𝚎] [𝙼𝚊𝚗𝚐𝚊 𝚂𝚙𝚘𝚒𝚕𝚎𝚛𝚜] ✨ » Escrito antes de la salida de "Stormbringer", por tanto puede haber contradicciones. ✨ Las pesadillas eran bastante recurrentes entre los sueños de Chuuya, pero cuando sus p...