Dazai

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Podría haber despertado en ese instante en su cama, bien en su apartamento con la Agencia, bien en su habitación en la Port Mafia, e igualmente se hubiera sentido completo

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Podría haber despertado en ese instante en su cama, bien en su apartamento con la Agencia, bien en su habitación en la Port Mafia, e igualmente se hubiera sentido completo. Podría haber sido un sueño, pero sentía que podría haber vivido de su recuerdo por el resto de su vida.

Sin embargo, cuando abrió los ojos, cuando el beso se cortó, Chuuya seguía ahí. No había desaparecido. Seguía entre sus brazos y podía ver sus ojos azules llenos de emociones. Sus ojos siempre reflejaban su estado de ánimo, daba igual cuánto se empeñase Chuuya en ocultarlo.

Sin embargo, esta vez había demasiadas. Tantas que era imposible para Dazai descifrar todas.

Fue entonces cuando Dazai sintió miedo. Miedo de haberlo arruinado todo. Miedo de que Chuuya le mirase enfadado, con confusión, o peor, con pena.

No quería escuchar un lo siento. No ahora. No cuando todo parecía perfecto.

Por eso le volvió a besar. Si no podía hablar, no podía rechazarle. Si lo iba a hacer de manera inevitable, si eso era de verdad un sueño, al menos quería seguir soñando un poco más. Pero Chuuya no se resistía. No parecía tener intenciones de hacerlo tampoco. La primera vez podría haber sido por la sorpresa, pero la segunda no.

Así que cuando se separaron de nuevo, Dazai le miró fijamente, intentando decir algo. Intentando decir todo.  Pero las palabras simplemente no salían, y Dazai no se lo podía creer. Era un maldito genio en cuanto a hablar se refería. Había sido su don de la palabra lo que le había salvado más de una vez de morir, de ser secuestrado... ¿Y ahora le estaba fallando? ¿En serio?

Debió de verse muy patético ante los ojos de Chuuya, y no era para menos, seguramente estaba moviendo los labios como pez que necesita agua. Como un idiota.

Pero Chuuya rio. Se echó a reír mientras Dazai intentaba hacer que le salieran las palabras, y era absurdo, muy patético y estaba empezando a sentir hasta vergüenza. Él. Dazai Osamu. Vergüenza. Si alguien le hubiera dicho eso unos años antes, Dazai muy probablemente se hubiese reído en toda su cara.

Supuso que su cara debía ser todo un cuadro, porque cada vez que Chuuya le miraba echaba a reír aún más. Dazai sentía las orejas ardientes, y sus mejillas empezaban a calentarse también. No sabía si eso se manifestaba en su piel, pero a juzgar por la actitud de Chuuya, estaba seguro de que sí. Por otra parte, parecía que no podía decir nada más que balbuceos sin sentido que ya estaba por detener al no tener sentido alguno. No le salían las palabras, quizá porque nunca había estado acostumbrado a hablar de sus propios sentimientos y menos a expresarlos.

Chuuya paulatinamente detuvo su risa y le miró con brillantes ojos azules y una sonrisa por la que Dazai perfectamente habría muerto de un ataque al corazón. Entonces le acarició el rostro y lentamente le volvió a besar.

Chuuya no parecía necesitar palabras. Quizá porque siempre se habían llegado a entender con miradas, gestos, actos conscientes e inconscientes.

𝗡𝗈𝗍 𝗠𝗈𝗋𝖾 𝗡𝗂𝗀𝗁𝗍𝗆𝖺𝗋𝖾𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora