𝗡𝗈𝗍 𝗠𝗈𝗋𝖾 𝗡𝗂𝗀𝗁𝗍𝗆𝖺𝗋𝖾𝗌

Chuuya

Cuando despertó, se encontró en la espalda de Dazai, que de alguna manera se había apañado para sacarle del coche y colocarle en su espalda para subirle por las escaleras. Intentó separarse de él mediante el uso de su habilidad, pero el rojo era tan débil que no tardó en apagarse, debilitándole aún más.

Estaba tan cansado que sentía que no podía mover un solo dedo. La herida de su hombro solo lo empeoraba.  

—¿Dazai...?

—¿Ya has despertado? —le miró de reojo, y Chuuya casi podía ver el final de su sonrisa—. Pesas un poco, ¿crees que puedes caminar?

—Sí...

Trató de usar su propia fuerza, pero los brazos le dolían ni bien intentaba usarlos.

—Claro. No te puedes ni mover.

Dazai siguió subiendo, ignorando las quejas de Chuuya y sus intentos de que le soltase. Mientras se le aclaraba más la visión, Chuuya podía ir enfocando los pisos que subían. Iban por el tercero, y parecía que tenían que ir al cuarto.

La respiración de Dazai era cada vez más irregular, y podía apostar que no había comido ni dormido bien encerrado en esa cárcel. Sumado a que había tenido que conducir y subir con él a cuestas, debía estar en su límite.

—Dazai, estás cansado. Déjame...

—Estás herido, Chibi. No hay opción —negó—. Además, no es...

Tuvo que sujetar una de sus manos a la barandilla para no caerse. Las piernas de Chuuya se aferraron a su cintura para no caer él también.

—Deja de ser tan terco y...

—Solo queda un piso. Déjalo.

Chuuya suspiró. Dazai podía ser realmente cabezota si se lo proponía.

—Gracias —susurró en su oído, sonriendo.

Había veces como esas, en las que Dazai sacaba su lado más amable, y hacía que fuera imposible para Chuuya odiarlo. Eran momentos como esos en los que Chuuya sentía que no había cambiado nada.

Aunque hubiese cambiado todo.

—No puedes abrirla con una mano, Dazai. Ni siquiera tienes las llaves.

—¿Quién dice que no las tengo?

Chuuya parpadeó sorprendido al verlas en la mano de Dazai, quien decidió soltar una de sus piernas en favor de abrir la puerta.

—Dazai, es demasiado esfu...

Suspiró en cuanto vio que la había abierto ya. En verdad, ¿quién podía detener a Dazai cuando estaba así?

—¿Cómo encontraste las llaves?

—Tuve que registrar tus bolsillos... Supuse que estaba en el mismo lugar donde tenías la nota en la que te indicaban esta dirección.

—En fin —suspiró. Dazai no había tenido muchas opciones—. ¿Puedes ya dejarme?

—Después de curarte esa herida, claro.

Le llevó hasta la habitación, donde por fin le dejó en la cama. Veía el agotamiento en los ojos de Dazai, ¿habría dormido siquiera todos esos días?

—Dazai, puedo curarla solo. ¿Cuántas veces crees que lo he hecho?

—No dudo de tus habilidades, Chuuya. Pero actualmente no puedes mover ni un dedo, ¿verdad?

Chuuya apretó los dientes. Dazai sabría si mentía.

—Ya, eso pensaba. Si pudieras, hubieras volado, pero no puedes ni activar tu habilidad.