Dazai

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Dazai ya sabía a dónde iba a llevar todo eso. Lo sabía desde que fue a esa carrera de caballos. Había visto a la muchacha del gobierno persiguiéndolo sigilosamente, de una manera profesional.

Dazai había sido perseguido por usuarios con habilidades especiales adecuadas para ello durante sus días en la mafia. Uno de ellos, de hecho, podía cambiar de forma y se transformó en Chuuya. Ni siquiera así pudo engañarle, aunque Dazai debía darle que actuaba muy bien el rol de su compañero.

Se esperaba ser arrestado. Lo tenía planeado, porque Fyodor Dostoevsky no había dicho la última palabra ni de lejos, y Dazai no era tan ingenuo como para pensar que estaba acabado.

Oh, no. No había hecho más que empezar.

La celda en la que había sido encerrado no podía ser más adecuada, seguramente a propósito para que hablase con el preso que tenía en frente de él y sacar información de ambos.

Mala suerte que se hayan ido a topar con ellos dos. Fyodor ya lo había dicho, eran demasiado parecidos.

—¿Dónde entra el caballo en todo esto? —Fyodor se inclinó hacia delante—. Has tenido uno de ellos todo el tiempo atrás.

—Es una pieza importante, y curiosa también, ¿no crees? —sonrió—. La única que puede saltar sobre las demás. La única que se puede mover en forma de L. No sigue ninguna de las normas que tienen las demás —jugó distraídamente con su cabello—. Pero pese a todo, está al servicio del rey.

—Si no lo sacas al terreno, no sirve de nada todo eso.

—Puede. O puede que lo esté reservando para hacer un jaque mate.

—¿Tan fuerte consideras que es?

Clavó su mirada en los ojos púrpura de Fyodor, sonriente.

—Oh, ya lo creo que sí.

Dazai vio a unos guardias pasar corriendo, y rio para sí. Estaba seguro de que Fyodor también lo había visto y que estaría atando cabos. Cuando comprendió lo que sucedía, no parecía demasiado contento. Dazai, en cambio, lo estaba disfrutando.

—Nakahara Chuuya —le volvió a mirar cuando pronunció el nombre de su excompañero—. Ejecutivo de la Port Mafia. Tu compañero durante tres años —la sonrisa de Fyodor no le gustó—. Controlador de la gravedad, gran artista marcial, leal a la Port Mafia. Curioso pasado también.

—Veo que estás bien informado —su sonrisa se volvió tensa. Tenía un buen manejo de información, quizá más del que Dazai había esperado.

—Sin duda, alguien muy inusual.

Se escucharon gritos y disparos mientras ambos se miraban fijamente, sin decir nada más, evaluándose el uno al otro en silencio. Dazai no iba a permitir que Fyodor pusiera un dedo sobre Chuuya, menos sin saber cuál era el alcance de su habilidad. Pero mientras Dazai estuviera ahí, podría anularla, fuera cual fuese.

Fyodor sabía que Dazai tenía una ligera desventaja sobre él, una pequeña brecha y se agarraría a ella para convertirla en su perdición. Dazai lo sabía.

Los gritos se escucharon más cercanos. Distinguió insultos, exclamaciones de terror, advertencias a los refuerzos, todo mezclado pero centrado en un punto: miedo.

Dazai sabía que Chuuya influía miedo. Su nombre era el terror de cualquier enemigo que hubiese tenido la suerte de enfrentarse a él y salir vivo para contarlo. Incluso para Dazai, tenerlo de enemigo sería temible.

Pero Dazai le conocía. Conocía sus miedos, sabía las pesadillas que le atacaban por las noches, sabía que su mayor temor era que el Arahabaki, algún día, acabase devorándole.

𝗡𝗈𝗍 𝗠𝗈𝗋𝖾 𝗡𝗂𝗀𝗁𝗍𝗆𝖺𝗋𝖾𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora