CAPÍTULO 6

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Zane

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Zane.

Cuando su estómago rugió y el mío gruñó, decidimos apagar la computadora y bajar a por comida, nos habíamos quedado toda la tarde y noche viendo películas en su cuarto con tan solo helado en el estómago, ya nos estaba pidiendo a gritos que ingiriéramos comida de verdad. Solo rezaba porque Ruth haya dejado algo de comida, porque la loca era un desastre en la cocina.

Dejé el celular sobre la mesada de la cocina y me acerqué a la heladera, miré de reojo la hora en mi teléfono, eran las once de la noche y Ruth no volvía, si había ido a una fiesta dudaba mucho que volviera temprano. Abrí la heladera y rogué por encontrar algo comestible, en serio que no tenía ganas de cocinar, ¿era ese el castigo que recibía por no quedarme en casa castigado? ¿Era el karma? Estar en la casa de la loca era mucho más divertido que estar en mi casa castigado, pero ya no me agradaba si tenía que cocinar.

—Tú mamá salió hace tiempo y muy arreglada —dije.

Y sentí el vibrar de mi celular a un lado, lo ignoré.

Unique estaba sentada en el sillón de la sala, sabía que recorría el catálogo de películas de Disney y que nada le atraía porque no escuchaba sus gritos y chillidos; el que estuviera tan callada, después de haber vuelto a la normalidad, y el recordar lo arreglada que estaba su mamá, me hacía preguntarme si sabía lo que sucedía entre sus padres. Sabía por mi madre que Ruth estaba fatal, cualquier mujer lo estaría si su esposo la engañaba, pero a diferencia de mi madre yo no sabía nada de lo que cruzaba por la cabeza de Unique. Y, por alguna razón, desde que me había sincerado, quería saber más.

—¿Esta con alguien? —Tanteé.

Tomé un plato con carne y papas que vi en el fondo de la heladera.

Otra vez, el celular vibró; suspiré, había estado así toda la tarde, ¿ni siquiera podía esperar un solo día a que calmara a Unique por lo menos?

—Sospecho que no se vestiría así para una simple fiesta.

Leí por arriba el mensaje que se asomaba desde la notificación, mientras metía la comida en el microondas.

ZORRA #1

Contesta

Seguro piensas dejarme plantada, Zane Peterson

Qué molesta, solo pedía unos días, unos días para poder contener a Unique y pensar con claridad qué haría con la rubia, pero parecía que no iba a dejarme; estaba ansiosa por arreglar dónde y cuándo nos encontraríamos, todo porque sospechaba que la iba a dejar plantada y, siendo sincero, ganas no me faltaban. Decidí ignorarla una vez más.

Metí con rapidez la comida en el microondas y volví corriendo hacía Uni, me dejé caer en el sillón de tres cuerpos como si estuviera dando un clavado en la piscina.

—Ay, Zane, ten más cuidado —Se quejó.

—¿Y bien?

Me sentía con el valor de indagar, eso iba a ayudarme a quitarme a la molesta de Charlotte de la cabeza, pero sabía que si lo hacía tenía que ir con cuidado, ya había llorado mucho por hoy.

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