CAPÍTULO 3

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Zane

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Zane.

El día había sido largo, ya quería llegar a casa y saber cómo se encontraba Uni, no sabía nada de ella desde que había salido de la escuela; la muy idiota no me había mandado ni un solo mensaje desde entonces y no sabía qué pensar de eso porque era algo que jamás sucedía.

¿Y si se encontraba sola en su cuarto llorando? ¿Su madre estaba? No podía recordar que habían dicho mis papás sobre el tema. ¿Habrá ido sola a la peluquería?

Entre más preguntas aparecían en mi mente más me estresaba, tenía que tranquilizarme, pero estaba lejos de hacerlo. Le había mandado infinidad de mensajes y no había respondido ni un solo de ellos, estaba preocupado y furioso.

Volví a chequear mi WhatsApp nuevamente, nada, ni una respuesta.

Tranquilo Zane, no puedes matar a tu mejor amiga

Respiré hondo y volví a guardar mi celular, lo mejor era centrarme en buscar a David. Sin que el profesor lo notara, había escapado media hora antes de que sonara el timbre y, conociendo a mi amigo, sabía que se encontraría en el estacionamiento con alguna chica. Seguro le estaba presumiendo alguna su increíble auto descapotable, de dónde lo había sacado jamás lo supe, su familia no parecía tener mucho dinero ¿Quizá una herencia?

Repasé la vista por todo el estacionamiento hasta que di con lo que creí era una pareja de adolescentes besuqueándose sobre un auto, me dio asco verlos parecía que en cualquier momento tendrían sexo allí mismo. Al ver la melena oscura del chico por mi menté cruzó David, podía ser él, estaban en lo que parecía ser su auto, pero la chica que estaba besuqueando era rubia y David odiaba a las rubias, jamás se acostaba con ellas, nunca supe el motivo, pero no parecían ser su tipo.

Tremenda sorpresa me lleve al ver su rostro cuando se separó de la chica para tomar aire y encontrarlo sonriéndole.

¿De qué me perdí? Ese no era mi amigo ¿Qué estaba pasando?

—¡David! —grité.

Mi amigo volteó a verme y sonrió.

¿Quién eres y qué hiciste con mi amigo? Pensé.

Supe que había notado lo extraño que me parecía todo cuando lo vi cambiar su expresión y le susurró algo al oído a la rubia, seguro le había dicho que debía irse porque la chica me miró, puso mala cara y se marchó.

—¿Qué fue todo eso? —pregunté al acercarme.

—Saliste temprano.

—Sí, quiero llegar a casa cuanto antes.

—¿Pasó algo? —Me preguntó mientras se prendía un cigarrillo.

No respondí, solo abrí la puerta y me subí al auto.

Lo siento mucho por David, pero no estaba de humor y quería llegar a casa cuanto antes, su chica iba a tener que esperar, de todos modos, ya lo había visto con otra por la mañana, seguro ya había saldado su cuota de sexo y besuqueos en la escuela.

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